Sobrevolando la Riviera portuguesa

Airnimbus

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En nuestro segundo día en Portugal, Turismo de Estoril nos llevó a dar una vuelta en avioneta. Para quien no lo sepa, ¡tengo pánico a volar! Sí, es extraño, llevó volando desde los 6 años y cuanto más viajo más miedo tengo. No sé… es absurdo… tengo la sensación de que nos vamos a matar desde el mismo momento en el que siento el culo en el asiento (también tengo tendencia a ser algo exagerada). Irremediable. Con estos datos, lo normal hubiera sido renunciar al viaje en avioneta, ya que hay que decir que no todo el grupo se atrevió a subir, por lo que el miedo a ser la más cobarde hubiera quedado camuflado entre la otra parte del grupo, igual de histéricos que yo.

Pensé que sería la prueba de fuego definitiva para quitarme el miedo de encima para siempre. Craso error, posterior a ello he tomado como tres aviones más y sigo con la angustia encima. Así que volé. Volé junto con otros dos compañeros: Iñaki y Ana, Johanna la de la oficina de turismo, y el piloto, claro. Supuestamente éramos el grupo más aventurero, o eso debió de pensar el piloto cuando vio a Ana repetir en nuestro grupo porque le había encantado. Puede que haya sido eso, o el hecho de que Irene saliera precipitadamente justo antes de arrancar de la avioneta gritando “vamos a morir, el otro día justo tuve que cubrir un accidente de avioneta y, ¡es una señal! Yo me bajo” (sí, lo mismo pensaba yo, aunque me quede ahí sentada).

Riviera portuguesa

Finalmente partimos en el Airnimbus. Como hacia tanto calor el piloto (cuyo nombre, como habéis comprobado, no me acuerdo) decidió que andaríamos por la pista con la puerta del copiloto abierta. Yo mucho más tranquila, claro. En cualquier momento despegabamos con la puerta abierta y salíamos todo volando pero de verdad. Por suerte no paso nada. Alcanzamos bastante altitud y, como si se me fuera la vida en ello, comencé a fotografiar el circuito de Estoril, Lisboa, a praia da Rocha, el cabo de la Roca, etc. Todo ello con un mareo que casi me hace echar mano de la bolsita de urgencias que había delante de cada asiento. No fui la única, aquellas curvas y esa manera de ir a un lado a otro pasó factura.

Riviera portuguesa

Lo cierto es que, a pesar del malestar general, esta ruta aérea en avioneta merece muchísimo la pena. Es una atracción turística más, ya que en el Aeródromo Municipal de Cascais se realizan rutas para todos los gustos: románticas, de aventura, costera, etc. Asimismo, antes de montar te dan clases de vuelo con un simulador y te enseñan a cómo pilotar un avión. Es muy interesante ya que aprenderás a aterrizar, a usar el volante para ascender y descender, y cómo debes de guiarte. Menos mal que esto no se acaba poniendo en práctica. Si estás interesado en realizar una de estas rutas aéreas, desde la página Web oficial de airnimbus.com podrás mirar cuáles ofrecen y sus precios. Normalmente lo mínimo son cuatro personas.

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Periodista digital especializada en viajes

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