Edimburgo: leyendas y otros cuentos

55°57′00″N 003°22′21″O

Con su tradicional Kilt, Whisky, Folk y su verdoso escenario, Escocia se ha creado una seña de identidad conocida hoy en día en todo el mundo. Su capital, Edimburgo, está situada en la costa este y a orillas del Fiordo de Forth. Es la segunda ciudad más grande de Escocia, después de Glasgow, y es aquí donde se encuentra la sede del gobierno escocés. Esta ciudad, que hace que retornemos a la Edad Medieval, no sólo te encandila por su hermosa arquitectura, sino también por toda la historia que discurre por sus calles, monumentos, pubs o cementerios.

La urbe está dividida en dos partes por Princess Street (calle repleta de comercios): la New Town (la ciudad nueva) y la Old Town (la parte antigua). En la Old Town es donde se encuentran todos los edificios históricos y emblemáticos, que se distribuyen a ambos lados de la Royal Mile, la avenida principal que está compuesta longitudinalmente por cuatro calles.

Esta gran avenida recorre todo el casco antiguo desde el Castillo hasta el Palacio de Holyrrood. El Castillo de Edimburgo, uno de los principales iconos de la ciudad, está construido encima del corazón de un volcán extinguido, por ello, también es llamado Castle Rock. Su recinto se compone de diferentes edificios levantados desde el siglo 12 y tuvo diferentes usos como palacio real, fortaleza militar o prisión.

Sus puertas se encuentran abiertas para los turistas, aunque lo más recomendable es que si quieres ver esta ciudad en todo su esplendor viajes hasta allí las últimas semanas de agosto, ya que Edimburgo celebra su Festival de Teatro (Fringe) y, además de poder disfrutar de miles de obras, muchas de ellas gratuitas, es en la explanada del Castillo donde se celebra el tradicional Tattoo, un espectáculo de las fuerzas armadas al que acuden militares de todo el mundo.

Dentro del castillo podemos encontrarnos con exposiciones como la de las joyas de la corona escocesa; la Piedra de Scone (la piedra de destino), sobre la que se coronaban a los reyes; el cañón de las trece horas, que dispara cada día a la 1 de la tarde; y la capilla de Santa Margarita, la zona más antigua de toda la ciudad.

Si seguimos el Royal Mile nos encontraremos con otros edificios emblemáticos de la ciudad como la Catedral de St. Giles, en donde fueron coronados muchos de los reyes y en donde John Knox (sacerdote fundador del presbiterianismo) comenzó la reforma protestante escocesa. Además, justo enfrente de la Catedral, bajo tierra, antiguamente se encontraba la cárcel.

Hoy en día, sobre la antigua prisión se encuentra el Corazón de Midlothian, unos adoquines en forma de corazón en donde solían escupir los prisioneros y cuya tradición se sigue manteniendo hoy en día, ya que según los escoceses trae buena suerte. Para ello debes de escupir justo en el centro del corazón y con los pies fuera de éste, sin pisar el límite. Este es el único punto en el que se permite escupir en Edimburgo, ya que si lo haces fuera, los policías tienen derecho a multarte.

Justo al otro lado de la Catedral se encuentra la Mercat Cross, una columna situada enfrente del ayuntamiento de Edimburgo que servía como centro de las torturas. En la cara que da para la Royal Mile se colocaban a los presuntos culpables para que el pueblo les abuchease y les juzgase por su delito tirándoles artilugios o insultándoles. El condenado permanecía allí con una oreja clavada a la pared, por lo que cuando le levantasen el castigo, quedaría marcado para siempre y, así, los ciudadanos sabrían que no era una persona de fiar.

La ciudad de Edimburgo está repleta de pequeñas callejuelas que nacen o desembocan en las avenidas principales. En una de ellas, que parte de la Royal Mile se encuentra el museo de los escritores, una casa construida en 1622 y que hoy en día rinde homenaje a escritores escoceses como Robert Burns, Sir Walter Scott y Robert Louis Stevenson.

¿Quién no conoce la famosa historia de ficción de Dr Jakyll y Mr Hyde de Stevenson? Aunque existen muchas teorías sobre en qué se inspiro el autor para escribir tal novela, bien es cierto que por Edimburgo hay gran cantidad de leyendas sobre personajes supuestamente reales que sufrían de doble personalidad. Una de las historias más conocidas es la de William Burke y William Hare, que debido a la miseria por la que estaba pasando la ciudad, y que las Universidades de medicina compraban a buen precio los cadáveres frescos, se dedicaban a la profanación de tumbas.

El problema llegó cuando los cadáveres frescos empezaban a escaquear, entonces tanto Burke como Hare empezaron a asesinar a personas que no tuvieran quien les echara de menos, como vagabundos o prostitutas. Pero un día, una de las prostitutas que Burke quería asesinar era la amante de Hare. Al final, éste acabó delatando a su amigo Burke, quien fue condenado a la horca. Según los registros ambos asesinos acabaron con la vida de unas diecisiete personas. Una vez ahorcado, Burke pasó a pertenecer a la Facultad de Medicina, donde todavía está su esqueleto.

La horca estaba situada en Grassmarket (aún se pueden ver sus marcas en el suelo), muy cerca del cementerio municipal. Otra curiosa historia relacionada con la horca es la de Maggie Dicksons, una mujer condenada por haber estado embarazada sin haberse casado. La ahorcaron en mitad de la plaza y cuando ya estaba en el ataúd y a punto de ser sepultada, los allí asistentes sintieron como, por dentro, se estaban dando golpes a la caja. En cuanto supieron que estaba viva, como si fuera obra de Dios, la dejaron en libertad. Como homenaje, en esa misma plaza uno de los pubs lleva su nombre.

Justo delante de la horca, también se encuentra el pub The Last Drop (la última gota) y, al parecer, el nombre hace alusión a la última voluntad de los condenados: un trago de whisky. Y, aunque después de tantas ejecuciones parece que se nos ha quitado el apetito, es en este mismo pub en donde sirven uno de los mejores Huggies de Edimburgo. Los Huggies es una de las comidas típicas de Escocia, y aunque visualmente se asemeja a la carne picada, su sabor puede recordarnos a la morcilla española, aunque es más suave.

Pero sin duda, el personaje más apreciado y querido en Escocia, y sobre todo en Edimburgo, es Bobby. Este Terrier se hizo famoso porque, tras morir su amo, Bobby se trasladó a vivir al cementerio, justo al lado de la tumba de su dueño. Nunca quiso marcharse de allí y, es por eso, que los vecinos que lo cuidaban lo enterraron justo a su lado (no me digáis que no era adorable).

Considerado como un ejemplo a seguir del amor y la fidelidad, Bobby cuenta con su propia estatua y pub. Además, si entras en el cementerio podrás ver que el Terrier tiene dos lápidas. Justo en la entrada se encuentra una de ellas, aunque ésta corresponde al homenaje que la protectora de animales ha querido hacerle en su día. La auténtica se encuentra un poco más alejada, aunque podrás localizarla por la cantidad de peluches que hay depositados sobre ella.

Pero Edimburgo está lleno de historias y leyendas sangrientas y de terror. Una de las visitas preferidas por los turistas es la de la ciudad subterránea. Debido a que en la Edad Media el centro estaba sobre poblado, muchas personas sin recursos económicos residían bajo el suelo de la ciudad. Y, precisamente, es aquí en el subsuelo donde nacen muchas de las leyendas de la capital escocesa. Si decides hacer la visita guiada, podrás pasear por un montón de callejones oscuros donde antiguamente era el hogar de muchos pobres.

Asimismo, la famosa historia de Deacon Brodie´s ha hecho que a este fabricante de llaves también le dedicasen uno de pubs más frecuentados de la Royal Mile. Brodie tenía un negocio de copias de llaves de las casas y, en plena crisis, empezó a dedicarse a entrar en los hogares de la gente más adinerada de Edimburgo. Es por ello, por lo que en el cartel del pub, Brodie sujeta una llave dorada. Aunque como todas las historias, el final también es la horca.

Al final de la Royal Mile se encuentra el Palacio de Holyrood house, actual residencia de la Reina Isabel II en Escocia. La torre del castillo es conocida por ser el escenario en el que, en 1670, el Rey James V, en un ataque de celos, asesinó al secretario italiano de su esposa la Reina Mary y lo cortó en 56 piezas, según cuenta la leyenda.

Y dejando a un lado las historias y la parte antigua de la ciudad, nos vamos hasta Princess Street, en donde antes de llegar a la calle principal se puede disfrutar de un largo paseo por sus jardines. En ellos, se encuentran La Galería Nacional de Escocia, la Academia Real y el monumento homenaje a Sir Walter Scott, uno de los escritores escoceses más prestigiosos. Su impresionante torre de estilo gótico se puede observar desde muchos puntos de la ciudad.

Al este se encuentra Calton Hill, una montaña que alberga el observatorio municipal, un monumento que se asemeja al Partenón, y una torre en homenaje a Nelson. En esta colina se tienen unas increíbles vistas de Edimburgo, pues desde la mitad de la montaña se ve Leith, el puerto de la ciudad.

Edimburgo no es una ciudad muy grande, en un día y medio puede recorrerse entera, sin embargo, es una de esas ciudades a las que hay que dedicarle tiempo para no perder detalle. Visitar la capital de Escocia es como retroceder al pasado, ya no sólo por su arquitectura medieval, sino por todas las curiosas historias que recorren cada rincón de la ciudad envolviéndote con su encanto y misterio.

Y, si después de tanta historia aún te queda la duda de si es verdad que los escoceses no llevan nada debajo de la kilt (a los escoceses no les gusta que la llamen falda), la respuesta es depende. Depende porque aunque la tradición es no llevar nada, sólo los más tradicionales la siguen, ya que con tanto frío muchos prefieren ponerse medias, leotardos o leggins debajo.

 

Periodista digital especializada en viajes

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