Diario filipino: Manila

Manila, Filipinas

Manila

Manila, Filipinas

Hasta ahora no había conocido ciudad en el mundo que no me gustara. Lo sabéis. Hay ciudades con encanto, otras algo más corrientes, industriales, grandes, viejas, pequeñas, sucias; podría estar poniendo adjetivos hasta el infinito pero, en el fondo, todas ellas tienen algo que las hace especial. Manila no. Bueno, tiene que es la única que me ha hecho huir horas después de haber llegado. Como para no.

Reconozco que el viaje comenzó con mal pie: maletas extraviadas y un asalto a plena luz del día. Nada nuevo que no hayáis podido leer en Twitter. Pero, Manila no sólo es eso.

Lo que más llama la atención es que la ciudad está envuelta en una gran nube gris de contaminación que no deja ver ni respirar, razón quizá por la que no vimos a nuestro sigiloso atracador que en una de las calles más céntricas de Manila arrancó de cuajo la cámara de fotos a Irene, pudiendole llevar hasta la mano. Y todo ello en presencia de la policía, quien sin bajarse de la moto, y ni mirar al ladrón, nos preguntó si queríamos hacer una reclamación. Mire usted, estamos bien.

Manila, Filipinas
La zona turística era eso. Una catedral a donde corrimos a refugiarnos y donde acabamos sentadas junto los invitados de una boda (nuestra cara de terror se ha colado en algunas de esas fotografías), y poco más. Es Intramuros, según dicen la parte más bonita de Manila. Un pueblecito que, como su nombre indica, está cerrado entre muros, y cuyas casas y edificios están sucias, derruidas y llena de mendigos. Un asco.

Es más, le voy a quitar al barrio chino de Honolulu la denominación puesta en su día como el barrio zombi, ya que lo vivido en un bus de Manila durante el día de ayer parecía cualquier capítulo de The Walking Death. De hecho para nosotras los habitantes de Manila ya son los walkings.

autobuses de la 2º Guerra Mundial, Filipinas
Los autobuses tienen su encanto (mira, algo positivo), ya que son reliquias automovilísticas que los americanos dejaron en la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. Por 15 pesos (unos 20 céntimos) merece la pena subirse, ya que es algo que es todo un espectáculo. Éstos sólo tienen unas 8-10 plazas, no tienen ventanas y se entra por atrás, que está abierto. De ahí a que nuestro contacto con los zombis fuera de lo más aterrador. Para empezar, el conductor nos dejó a la entrada de un mercadillo de mal a muerte donde a un camión de la basura (por llamarlo de alguna manera) se le cayeron todos los residuos. El olor jamás podréis imaginarlo, aunque mucho menos el pánico que sentimos cuando , una vez parados, cuatro hombres de ojos ensangrentados empezaron a asomarse por las ventanas intentando tocarnos o alcanzar nuestras pertenencias. Esperaron en la parte trasera cual caníbales en busca de un festín, mientras el conductor gritaba: son españolas, y nos echó.

Por suerte los zombis no corren. Aunque estaban por todos lados: entre los puestos de verdura, saliendo de los callejones, en la estación, etc. Y es que, aunque no es extraño después de todo, Manila no tiene turistas. No te encontrarás con casi ningún otro extranjero en el tren, ni en la iglesia; por lo que desde que pisas la ciudad, para ellos eres ese a quién hay que timar.

autobuses de la 2º Guerra Mundial, Filipinas
No puedo generalizar, pues el lado opuesto existe. Con gente encantadora nos encontramos, aunque no en el centro. En el centro de una ciudad de chabolas, sin aceras, sin pasos de cebra, sin dominar ningún idioma legible, sin higiene. Una capital donde los niños juegan en la carretera, desnudos, llenos de tumores… Un lugar aterrador que nada tiene que ver con el resto de Filipinas que estamos conociendo.

La parte burocrática da risa, solo para salir del aeropuerto te hacen rellenar los documentos de inmigración que recogen como las entradas de cine, sin comprobar nada. Qué más les da, si saben de sobra que allí nadie se quedaría a vivir.

Por último, os dejo este recorte de prensa que nos encontramos en una de las tiendas de Intramuros en el que se habla sobre la visita de Fernando Alonso en el establecimiento.  ¿Cuánto le habrán pagado por meterse ahí?

Fernando Alonso en Manila, Filipinas
Menos mal que todo esto lo cuento desde Sagada y Banaue, dos encantadores pueblecitos del norte lleno rodeado por terrazas de arroz. Llegar hasta aquí fue otra gran aventura, aunque eso lo dejo para el próximo día. Buenas noches.

P.D Siento las posibles faltas de ortografía, todo está escrito desde el iPhone.

 

Relatos de otros viajeros #postamigo

10 cosas que odio de tí, Filipinas de Marcando el Polo

Periodista digital especializada en viajes

13 Comments

  1. Hola,

    Espero que el resto de la visita a Filipinas vaya mejor, seguro que sí. Lo de Manila me ha dejado muy impactado, qué fuerte !!
    Deseando leer los próximos relatos.

    Saludos.

  2. Madre mía chicas! No me imaginaba que Manila fuese así! Menos mal a que ya estáis sanas y salvas! Disfrutad mucho por el resto del país, me encanta leer tus aventuras Lau!

    Un besito! 🙂

  3. Hola, chicas.
    ¿Cómo está yendo todo ahora? Espero y, por lo que sé, bastante mejor.
    Me alegro de que os hayáis marchado de Manila, menuda ciudad más peligrosa.

    Laura, me ha parecido muy interesante esta entrada, espero que sigas subiendo más y que le sigas poniendo fotos (y si le pones más, mejor, jeje. :D).

    Un beso muy fuerte para todas y seguid pasándolo genial.
    Radamés.

  4. Me ha encantado esta pagina! Y ver a la preciosa Laura, amiga de adolescencia, que sigue loca por viajar por el mundo. Os seguire de cerca!

  5. Lamnentablemente no puedo estar de acuerdo con estas opiniones sobre Manila.
    No creo que sea objetivo hablar así de una ciudad que aunque con contraste dista mucho de ser lo que cuentas, se respetan tus opniones y experiencia, pero no lo comparto en absoluto.

  6. Hola Alfredo,

    No a todos nos pueden gustar/disgustar las mismas cosas 🙂 Esa fue sólo mi experiencia, pero entiendo que a mucha gente pueda gustarle.

    Un saludo!

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