Jardines del Turia, el gran parque de Valencia

Ciudad de las artes y las ciencias, valencia
Ciudad de las artes y las ciencias, valencia
Jardines del Turia

Toda ciudad que mole, tiene un parque. Y, cuánto más grande sea, más nos acaba gustando. Y es que, a pesar de que nos encante el bullicio, el ajetreo y, por mucho que lo critiquemos después, las ciudades masificadas (sino no se entiende el afán de vivir en Londres, Nueva York, Madrid o Barcelona, entre otras muchas), para poder sobrevivir al ritmo frenético de una gran urbe, todos necesitamos un parque. Una vía de escape donde perdernos, donde no encontrar en el mapa la salida y donde disfrutar una tarde tumbados en su césped acompañados de un buen libro (o en compañía). En Barcelona, lo echo de menos (la compañía también), pues aquí incluso los jardines más recónditos como el del Laberinto de Horta, durante el verano están masificados. En Valencia, en cambio, no tienen ese problema: 9 kilómetros verdes que recorren una punta a otra de la ciudad donde aislarse y huir de los asfixiantes más de 30 grados veraniegos, si es que se puede sobrevivir a eso.

Ciudad de las artes y las ciencias, valencia
Ciudad de las artes y las ciencias, valencia

Su trágico pasado, la inundación del río Turia en 1957 que acabó arrasando con parte de la ciudad y llevándose consigo más de un centenar de muertos, hizo que durante finales de los 50 y principios de los 60, para evitar otra catástrofe similar, el ayuntamiento de Valencia decidiera desviar el cauce de este río, dejando que la vía original de Turia se secase. En su lugar, en la década de los 80 se barajó la idea de convertirlo en una autopista que uniera las diferentes partes de la ciudad aunque, afortunadamente para los valencianos, este ideón (typical spanish) fue descartado.

Ciudad de las artes y las ciencias, valencia
Ciudad de las Artes y las Ciencias

Por aquel entonces se comenzó la construcción de uno de los símbolos más frescos de la ciudad y lo que acabaría siendo el parque más grande de España: un enorme jardín repleto de lagos, riachuelos, casetas con bebidas, esculturas, fuentes, árboles, instalaciones deportivas y, como colofón final, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, cuyas piscinas incitan a cualquiera a tirarse en ellas de cabeza, lástima que estén prohibidas (aunque mi perro hiciera caso omiso a la prohibición y, tras él, mi padre). En total, entre esas 110 hectáreas, los Jardines del Turia aglutinan el Parque Gulliver, el Palau de la Música, el Bioparc, el parque de Cabecera y el Zoo de Valencia, además de la ciudad de Calatrava citada anteriormente.

Gulliver
Parque Gulliver

El paseo por su parte superior, aunque es más común al de otros ríos europeos, nos permite tener una visión más amplia de los diferentes puentes que cruzan el jardín de un lado a otro de la ciudad. Alguno de ellos, personalmente más bonitos, son el puente del Reino, lleno de gárgolas; la Exposición, más conocido como el de la Peineta por su forma y construido, como no, por Calatrava; el puente de las Flores, lleno de flores según la época del año; o el de Aragón, justo donde se encuentra Gulliver, tumbado a los pies de éste, y que nos hace sentir como auténticos liliputienses. Aunque en otoño desde el puente de Aragón se obtienen unas vistas increíbles de la escultura, creada para diversión de los niños, durante el verano la frondosidad de los árboles tapa totalmente su visión, de ahí a que la foto sea una chapuza.

puente de la peineta
Puente de la Peineta
puente de las flores
Puente de las Flores
  • Como curiosidad, los Jardines del Turia son visitados anualmente por unos 3 millones de turistas aunque, gracias a su amplitud, nunca da la sensación de estar masificado.
  • Por él se puede pasear en bicicleta y con perros, que éstos últimos también pueden meterse en los riachuelos.
  • Ricardo Bofill padre diseñó el tramo del Palau de la Música, con palmeras y naranjos.
Jardines Turia, Valencia
Jardines del Turia
Jardines del Turia
Mi hermana, Afi y yo en los Jardines del Turia

Un lugar increíble que este año me temo que repetiré varias veces (en los Fernández por el mundo: cómo buscarse la vida, allí han acabado mis padres). Quizá también encuentre hoteles en Valencia donde poder colarme en sus piscinas para continuar con la saga que, este año, estoy decidida a terminar en Barcelona.

Periodista digital especializada en viajes

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