Lo que tienes que saber antes de viajar a Cracovia

Cracovia, plaza del Mercado

Es de las pocas ciudades polacas que no sufrió daños durante la II Guerra Mundial

Cracovia, plaza del Mercado

Cracovia es una de las ciudades más bonitas de Europa. Y no lo digo yo, sino muchos historiadores que han valorado que en ella haya joyas arquitectónicas medievales prácticamente intactas. Esto es así porque, al contrario de otras ciudades polacas, Cracovia no fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial. Los nazis entraron sin apenas resistencia, desvalijaron todo y se llevaron por delante muchas vidas, sobre todo de judíos. Pero su patrimonio lo dejaron prácticamente intacto.

Tampoco ha sufrido las consecuencias del turismo masivo. Todavía. Hace sólo unos años que Cracovia se ha convertido como un gran atractivo para los viajeros. Esto hace que aún conserve su encanto, no esté masificada y que sus precios continúen siendo bastante bajos. Cracovia es una ciudad barata.

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Dicho esto, y con el billete ya en la mano, estas son algunas curiosidades aprendidas durante mi viaje a Cracovia que harán que impresiones a tu pareja. Si además ya sueltas algunas palabras como “Dwa piwa proszę”, lo dejas loco (Significa: dos cervezas, por favor. ¿Cómo? ¿Qué no le gusta la cerveza? Ese chico no te conviene para nada).

Cracovia en polaco es Krakow. Así la verás escrita en muchos sitios, y en el aeropuerto. Su nombre hace referencia a su antiguo rey Krak, por lo que sería: ciudad de Krak (ahora ya sabemos decir dos frases en polaco). Su homenaje lo encontramos en un pequeño montículo, la colina Lasota, situado en uno de los laterales del río Vístula en el barrio judío de Podgórze. Se cree que ahí es donde está enterrado, aunque nunca ha sido confirmado.

Colina de Wawel, donde se fundó la ciudad

Cracovia, colina Wawel

La mayoría de los reyes de Polona vivieron en las dependencias del castillo de la colina Wawel, el punto más alto de la ciudad (no es el de la foto, eso es la catedral). Fue levantado sobre la cueva del dragón, donde hoy se cuenta una de las leyendas más conocidas de Cracovia.

¡Atención, historieta de dragones! Por aquel entonces quien gobernaba en Cracovia era el príncipe Krak. Al descubrir que bajo la colina había un dragón que devoraba gente, Krak prometió a otros príncipes y caballeros que, quién venciese al monstruo, se llevaría a la princesa y sería dueño del reino. Ninguno lo logró, así que él mismo siguiendo los consejos de un zapatero del pueblo, rellenó una oveja de azufre y alquitrán y se la dio al dragón. Éste, sediento tras haberse hecho con el botín, se acercó al Vístula y, después de beber agua, murió. Moraleja: no hay que beber agua, ¡Dwa piwa proszę!

Al final el reino fue del zapatero, aunque desconocemos si se llevó a la princesa o no.

Cracovia, dragón

Justo enfrente del castillo, en la misma colina, está la catedral, donde fueron coronados y enterrados algunos reyes. Su fachada, de diferentes estilos y muchos colores, se debe a regalos que les han hecho de otros países y que han ido incorporando un poco al tuntún (ahora sí, es la foto de arriba). Lo más curioso, por decirlo de alguna manera, es que aquí se encuentra uno de los siete chakras de la religión hindú. De hecho, hay quien dice que si la ciudad no fue bombardeada durante la II Guerra Mundial es porque estaban protegidos por esta piedra. Estas se encuentran repartidas en Israel, Roma, India, Delfos, Meca, Velehrad y, aquí, en la colina Wawel. Sin embargo, como los polacos son cristianos y no creen en ello, actualmente esta zona de la basílica donde se encuentra está cerrada al público. Aunque eso no evita que haya un montón de turistas limpiándose los chakras frente a su puerta. Como quien se quita pelusas del jersey.

La ventana del Papa Juan Pablo II

Cracovia, palacio del Arzobispado

En el palacio del Arzobispado de Cracovia, Juan Pablo II sigue asomado en la ventana. Así lo muestra una pintura sobre el lugar donde el papa se asomó hasta siete veces durante sus visitas a la ciudad. La primera vez que lo hizo Cracovia era comunista y Stalin prohibió durante esos días el transporte público y los polacos se vieron obligados a tener que ir a trabajar. Eso no fue impedimento para que, durante la noche, un gran número de creyentes se agolpasen frente al palacio a gritar el nombre del Papa. Con tanto alboroto, Juan Pablo II se asomó a la ventana. Los testigos dicen que a saludar, aunque todos sabemos que era para que bajasen la voz. Este hecho acabó convirtiéndose en una costumbre. Pobre Juan Pablo II, ni una noche pudo dormir. Tras su muerte, más de 200 metros del lugar se llenaron flores y de velas.

Plaza del Mercado

Cracovia, plaza del Mercado

Es el centro de Cracovia, la plaza medieval más grande y mejor conservada de Europa. Casi nada. Su principal característica es que su subsuelo está lleno de sótanos. De hecho, hay algún bar ahí situado ¡Dwa piwa proszę! Además, para animar hay un trompetista. Está en la torre de Santa María y lo hace cada hora. Esto en realidad tiene su motivo, que viene de otra de sus leyendas.

¡Leyenda II! Antiguamente había un trompetista que avisaba a la población de las invasiones tártaras. Este lo hacía desde lo alto de Santa María y, al igual que se hace ahora, lo que tocaba era el Hejnał mariacki, una melodía tradicional polaca que también se retransmitía por la radio y televisión. El caso es que, en uno de los avisos, éste fue asesinado atravesado por una de las flechas de los enemigos. En su conmemoración, hoy los bomberos son los que suben a tocar este himno a la torre.

Cracovia, plaza del Mercado

Cracovia, plaza del Mercado

Otra pieza clave de esta plaza del Mercado es la torre del Ayuntamiento, la única que queda en pie de esta antigua construcción. Se dice que en su sótano, hace muchos años, había un bar que tenía una ventana que daba directamente a la sala de torturas. Unas vistas preciosas.

Universidad de Cracovia

Cracovia, universidad

Cracovia es una ciudad joven gracias a su universidad, a la que acuden estudiantes de todas las partes del mundo. Es la más antigua de Polonia, y una de las de más prestigio del país. En sus aulas estudió Copérnico, aunque nunca llegó a terminar la carrera de astronomía. Tampoco ninguna de las otras tres carreras que empezó.

Durante la invasión nazi, en el año 39, unos 170 profesores se encerraron en su edificio central para defender la educación. Esto provocó que Hitler se los llevase a todos a un campo de concentración y, sólo los que no eran judíos, fueron posteriormente liberados. En esta época la historia se estudiaba en la clandestinidad, en la propia casa de los profesores. Cuando las SS los pillaban, entonces eran asesinados.

Kamiziers y Podgórze, la Cracovia judía

Cracovia, Podgórze

Los dos lugares donde posiblemente sacarás el kleenex y no lo volverás a guardar. En Kamiziers es donde residían los judíos antes de la invasión nazi. Al igual que el resto de la ciudad, nunca sufrió desperfectos en su arquitectura, por lo que el barrio cuenta con un encanto especial, donde se pueden ver tanto iglesias como sinagogas. Algunos de los bares que hay alrededor de la plaza del Mercado (la de este barrio, no la de la ciudad) están ambientados con los enseres que muchos de ellos dejaron en su huida (suponemos que eran de ellos, el camarero no tenía ni idea y parecía que era la primera vez que se lo preguntaban; eso o que era su primer día). Por ejemplo, el bar Alchemia, que justo hace esquina. Allí hay retratos y antiguo mobiliario de la época.

Con la ocupación, los judíos se vieron obligados a abandonar sus casas para ser trasladados a Podgórze, el popular gueto judío de Cracovia que pasó de 3.000 habitantes a 15.000. Esta escena os sonará de haberla visto en La lista de Schindler. Pues bien, aunque los decorados se encuentran en el mismo barrio de Kamiziers, la historia real se desarrolla en Podgórze. La razón por la que se grabó aquí y no en el gueto es porque la arquitectura estaba más cuidada y parecía más de la época (y porque en Podgórze hay una carretera general y un edificio modernista justo enfrente). La fábrica de Oscar Schindler, no obstante, sí que se mantiene en Podgórze, aunque hoy es un museo.

Cracovia, Lista de Schindler, Kamiziers

Cracovia, Kamiziers

Los judíos eran llevados de Kamiziers a Podgórze a través del puente de Józef Piłsudski, nombre del antiguo dictador de la segunda república polaca. Allí había una aduana donde se identificaba a cada uno de ellos y con ella se evitaba que, los que estaban al otro lado del Vístula, pudieran escapar. Algunos lo lograron. Es el caso de Roman Polanski, quien cruzó el río a nado.

La otra frontera era el muro que rodeaba el gueto, con forma de lápida para que los judíos supieran lo que les esperaba si decidían treparlo. En total, sólo tenían unas 30 calles donde vivían hacinados. Las viviendas eran compartidas por varias familias judías. El único del barrio que no era judío, y que logró quedarse allí, fue el propietario de la farmacia el Águila, quien intentó ayudarles y quien posteriormente escribió un libro sobre la masacre. Hoy, su local continúa en Podgórze, cerca de la plaza de los Héroes del guetto, donde se encuentran las sillas que Polanski levantó para conmemorar a las víctimas del Holocausto. Allí justo era donde paraba el tren que les llevaría a Auschwitz, directamente a la cámara de gas. También fue allí donde, en los últimos días de ocupación, los nazis fusilaron a los supervivientes.

Cracovia, plaza de los Héroes de Polanski

Cracovia es de esas ciudades que logran que tengamos sensaciones encontradas. Por un lado, el conocimiento in situ de una de las páginas más cruentas de la historia con las que no llegaremos a asumir que pueda existir tanta crueldad (porque sigue existiendo, igual que los campos de concentración, aunque con distinto nombre y excusa). Por el otro, el buen sabor de boca nos lo llevamos con la visión de una ciudad alegre, universitaria y llena de ambiente, sobre todo nocturno. Una ciudad que no guarda rencor, pero que tampoco olvida el dolor. Nadie debería de hacerlo.

Periodista digital especializada en viajes

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