Conca de Barberá, o los escenarios reales del juego Carcassonne

Monasterio de Poblet, Conca Barberá

Monasterio de Poblet, Conca Barberá
Si los creadores alemanes del juego Carcassonne hubieran bajado un poco más desde Francia hasta la provincia de Tarragona, este post entonces se llamaría “Los escenarios del juego de la Conca del Barberá”. Sí, perdería el glamour francés y quizá venderían menos, aunque los catalanes lo amarían y, desde luego, no le harían falta ni las extensiones. El juego aquí está al completo.

Conocido entre los catalanes por su ruta del Císter, la batalla de Montblanc o el pan payés, entre otras muchas cosas; la Conca de Barberá cuenta con monasterios, castillos, ciudades amuralladas, senderos, mucho campo, ríos y hasta princesa y dragón. Pero empecemos por el paquete básico.

El Monasterio de Poblet

Los nueve puntos del monasterio sólo te los llevas con el de Poblet, o como se le conoce más formalmente, el Monasterio de santa María de Poblet. Es el más grande de la ruta del Císter y, tal y como su nombre indica, pertenece al arte cisterciense. Además, este monasterio viene con algunos frescos originales de su época de los que aún se conserva su color y, si tenéis suerte de llegar justo en el momento exacto, hasta podréis llevaros banda sonora de vuestra visita. El órgano es una delicia. La entrada a su patio central y a la iglesia son gratuitas, sin embargo algunas dependencias son privadas de los monjes. Desde los años 90 es uno de los cuatro monasterios españoles que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Monasterio de Poblet, Conca Barberá

El castillo de Milmanda

Vale, no está fortificado, no suma puntos dobles, pero lo estaba. El castillo de Milmanda (cuyo significado es castillo pequeño) fue una granja fortificada de los monjes cistercienses durante el siglo IX. Después de la desamortización de Mendizábal, éste fue abandonado hasta que la familia Torres (sí, el de los vinos) la compra y se pone a restaurar los viñedos que la rodean. Actualmente es uno de los enclaves vitícolas más famosos de Cataluña y se puede visitar a través de la visita guiada de Torres. Allí, además de una explicación sobre los diferentes tipos de vinos que elaboran en esas tierras, como el Chardonnay; también se realiza una cata (por llamarla de alguna manera, pues es más bien escasa, a penas pruebas un vino y no es ninguna maravilla) y te permiten subir a la torre.

Castillo de Milmanda, Conca de Barberá

Y ahora incluimos varias extensiones.

El río de Francolí

Aunque no es el único río de la Conca de Barberá, yo me quedo con el de Francolí. Más que nada porque éste nace en el mismo pueblo de L´Esplugas de Francolí (espluga significa cueva), justo al lado del Monasterio de Poblet y, actualmente, se puede entrar a las cuevas paleolíticas por donde discurre el agua antes de salir a la superficie. Y eso es lo que hicimos en nuestro viaje, espeleología por la Cueva de la Font Major. Una de las actividades más recomendables durante tu ruta por la Conca de Barberá. Y aquí sumamos punto doble por la actividad de riesgo y las caras de susto.

espeleología Esplugas de Francolí

No, en serio, lo pasamos bien.

Espeleología

Esta suponía mi segunda experiencia en espeleología, la primera de ellas fue en Filipinas en las cuevas de Sumaging. No obstante, he de decir que no han tenido nada que ver la una con la otra. Si bien en Filipinas pudimos entrar como quien va a comprar el pan y la seguridad era casi nula (lámparas de gas y los guías fumando a tocateja); las de Font Major son totalmente seguras. Aquí te equipan con un neopreno para meterte en el agua (te llegará hasta la cintura), y con un casco con linterna. Hay algunos recovecos en los que necesitarás pasar agachado, incluso tumbado, pero en todo momento los guías están a tu lado y te explican qué es lo que te vas a encontrar tras el hueco. Una experiencia única que tuvimos el placer de realizar con Chantal y Marc, de Dracatiu, la empresa que organiza estas excursiones. Ellos mismos nos contaron que muchos claustrofóbicos habían descubierto que no lo eran estando allí dentro, además realizan rutas por la cueva para grupos discapacitados, por lo que no conlleva un gran riesgo. Justo a su entrada se encuentra el Museo de la Font Major. Y con esto no quiero decir que las de Filipinas hayan sido malas, para nada. Simplemente creaban más desconfianza.

Ciudad amurallada

Los puntos de los escudos de la ciudad amurallada se los lleva Montblanc, sí, ese pueblo que te recuerda a las plumas y relojes pero que no, que en realidad éstos vienen de los Alpes. El Montblanc catalán, no obstante, es mucho más rico en historia, sobre todo en la medieval. De hecho, tanto la muralla como sus torres se conservan en perfecto estado. Y aquí os recomiendo que os subáis hasta el Pla de Santa Bárbara, un cerro donde quedan los restos (más bien los cimientos) del antiguo pueblo íbero y del que se tienen unas vistas espectaculares de todo el pueblo. Y aquí va otro apunte: Si os fijáis en el interior de las torres, ¿no os recuerda un poco a la taberna y al fuerte medieval de los Playmobil? Lo curioso es que, al llegar a casa y buscar las imágenes de la taberna me he encontrado con que justo en Montblanc hay una feria del Playmobil en octubre. Qué ojo tengo.

Montblanc

De princesas y dragones va la historia del pueblo

Esas murallas son las que protegieron a los habitantes de Montblanc de un temido dragón, el mismo que hoy puedes ver en escaparates, paredes, puertas de los baños, cuadros y muchos más lugares. Se trata de la leyenda de Sant Jordi, cuyo origen se sitúa aquí mismo y de la que , por si aún no la conoces, te haré un resumen rápido.

Hace mucho mucho tiempo llegó a Montblanc un dragón que devoró todo cuanto encontró a su paso. Cuando éste llegó a la muralla, los habitantes se pusieron a temblar. Uno de ellos, desconocemos quién, pues no se hizo famoso por la idea, propuso hacer un sorteo diario para que cada día se alimentase al dragón con un vecino. Como los reyes y nobles también estaban incluidos en el menú, un día le tocó a la hija del rey. Ya tenemos a la princesa. Sin embargo, antes de que al dragón le diera tiempo a engullirla, un tal Jordi salió a rescatarla en caballo y mató al dragón. De la sangre de la bestia nació un rosal, de ahí a que en la Diada de Sant Jordi (23 de abril), los chicos regalen una rosa. Eso nos hace pensar que ellos también nos salvarían, pero no te lo creas, es mentira. La mayoría hubiera pasado del tema.

Sant Jordi se convirtió así en el patrón de Montblanc hasta el siglo XVII, cuando entonces el pueblo lo reemplazó por otro héroe: Matías, el encargado de acabar con una plaga de langostas. Hay hazañas para todos los gustos. Justo el fin de semana que estuvimos allí, 17 y 18 de mayo, fueron las fiestas de este nuevo patrón y tuve la oportunidad de ver mis primeros castellets.

La Catedral de la montaña

Aunque es una de las piezas que más tensión crean durante el juego: al principio mola, y según se van terminando las fichas te entra el ansia porque no hay manera de cerrarla; a Montblanc tampoco le falta la suya, la iglesia de Santa María la Mayor más conocida como la Catedral de la montaña. Por suerte a ésta sí que han conseguido cerrarla.

Catedral de la montaña

La posada

Villa Engracia

Con tanta conquista toca parada en el camino. La posada elegida, en este caso, es Villa Engracia, un hotel con habitaciones y apartamentos rurales situados muy cerca del Monasterio de Poblet. Todos los caminos llevan al Poblet, como veis. Antiguamente, antes de la guerra civil, Villa Engracia era un balneario. La prueba está en lo alto del monte, en la Font del ferro, actualmente abandonada. También había tiendas, casas y hasta una iglesia. Sin embargo, tras la guerra la fuente se secó y Villa Engracia acabó reconvirtiéndose en lo que es hoy en día: un hotel rural con muchísimo encanto con apartamentos para dos, cuatro u ocho personas; zona infantil, restaurante, una piscina casi olímpica, heladerías y discoteca o salón de actos (sí, una iglesia convertida en algo útil). El hotel está situado en plena naturaleza, justo al lado del Jardín Botánico. Por el día se escuchan los pájaros y por las mañanas te despiertas con las campanas de Poblet. Además, sus dueños Tino y María son adorables.
villa_engracia(3)

Normas del juego

La única norma para poder seguir los escenarios del juego Cascassone será tomárselo con calma. Para ello os recomiendo que dejéis el coche aparcado y disfrutéis al 100% del paisaje en bici. Si, parece una locura, pero tiene truco. Ese mismo fin de semana tuvimos la oportunidad de disfrutar de unas bicicletas eléctricas que son la caña. Se llaman la burricleta, y te encantarán. Para empezar lleva un sistema de marchas y velocidad que hará que sólo con pedalear una vez cojas hasta tres veces más la velocidad que podrías alcanzar con una bicicleta convencional. Esto hace que las cuestas ni las sientas (te lo dice una ciclista de sofá, como diría Sergio Parra). Tu pones la marcha, la velocidad (low, médium o high) y te dejas llevar. Asimismo, en la parte trasera lleva unas alforjas donde puedes guardar cosas, por lo que ni siquiera tendrás que llevar el abrigo ni la mochila encima.

burricleta
Y, como es obligatorio llevar casco, los de burricleta diseñaron unos modelos de lo más originales con los que incluso en el campo, como veis en la imagen, podemos mantener (o recuperar) nuestro glamour.

burricleta(3)

La razón por la que es mucho mejor realizar esta ruta en bici es porque los alrededores están llenos de campos de viñedos, hay accesos fáciles de caminos secundarios y podrás parar en medio del campo. Las distancias no son muy largas, se disfruta mucho más y es la manera más auténtica. Además, estas bicicletas eléctricas han sido diseñadas para ello, para pasar todo el día fuera recorriendo la Conca de Barberá.

 

carcassonne

Y ahora, dime la verdad ¿es o no es el Carcassonne auténtico?

Periodista digital especializada en viajes

5 Comments

  1. Buen post con el toque de la Leyenda de Sant Jordi. Desconocía la historia de Matías, el exterminador de la plaga.
    Saludos

    Dani

  2. Me ha encantado la similitud con el juego de Carcasonne. La verdad es que lo pasamos en grande!!
    Un besote

  3. jajajaja Es una similitud un poco friki, pero mientras hacíamos la ruta no hacía más que ver campesinos de colores, fortalezas por conquistar y caminos con doble punto jajajaja Me voy a echar una partida…

  4. que bueno que se puedan recuperar lugares como el castillo de Milmanda y que puedan ser productivos y a la vez preservado por quienes los usan, una manera útil de mantener vivos los lugares históricos. Saludos

  5. La verdad es que sí, mejor que sirvan para algo que tenerlos cerrados o sin ningún uso en concreto, como pasa la mayoría de las veces 🙂

    Gracias por tu comentario Marcello!

    Un abrazo!

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