Diario filipino: el terremoto

terremoto en Filipinas

terremoto en Filipinas

No creo recordar ningún otro viaje tan accidentado como el de Filipinas, pues aunque reconozco que hemos pasado de las risas a la histeria y de ésta al miedo, la aventura esta siendo inolvidable.

El primer susto llegó cargado de emoción: ¡Malapascua se movía! Fue durante unos segundos, pero suficiente para inevitablemente pensar en la isla de Lost; en mi caso nunca había sentido temblar el suelo de esa manera. Estábamos a pie de playa, con las mochilas y esperando a que llegara el bote que nos llevaría hasta el catamarán que nos acercaría a Cebú. Nos íbamos a Bohol a ver las Chocolate Hills.

Todas notamos el temblor, Anna incluso se mareo de lo intenso que había sido. Y, pensando que era algo totalmente habitual en aquellas islas, salimos a alta mar. Una vez en el bote, un filipino que se dedicaba a comercializar los packs de higiene de los resorts de las islas nos dijo que aquello era «adnormal» y sonrió. Nos lo tomamos a risas mientras mirábamos si aumentaba el oleaje de la zona. Al llegar a Cebú, ya todas nos habíamos olvidado del temblor. Nos montamos en un autobús con dirección al puerto (5 horas de viaje), y nos dormimos. Al parecer, hubo réplicas durante el trayecto, aunque los baches de la carretera hizo que para nosotras pasaran desapercibidos.

Malapascua, Filipinas

Poco antes de llegar a nuestro destino, recibo una llamada de Dani para preguntarme si estamos bien, ya que en España acababan de anunciar un terremoto en la isla de Negros (justo pegada a Cebu) de 6.9 y que hay alerta de tsunami. Primera noticia que tenemos (manda cojones que se enteren antes desde fuera). Preguntamos en la estación y nada, nadie parece preocupado. El suelo, mientras, sigue temblando. Llamamos a la embajada. No lo cogen, ninguno de sus 4 números está disponible. Lo intentamos con la de España, no saben nada, nos dicen que no hay riesgo, que nos vayamos a un hotel y que se quedan con nuestros nombres «por si acaso». El suelo continua moviéndose. Normal, estamos dentro del radio y, la zona a la que teníamos pensado llegar estaba aún más cerca del epicentro.

Finalmente, por seguridad, decidimos cambiar la ruta (bye bye Chocolate Hills) y nos vamos al aeropuerto, el único edificio que no está hecho de madera pero cuya estructura se va con un soplido igualmente.

Me hace gracia, para tranquilizarnos Dani decía que sólo habían sido afectadas la zona de chabolas. Bien, Filipinas es eso, chozas de madera u hojalata, apenas hay edificios de hormigón más que algún hospital o resort (en el caso de Cebú). Lo que más entristece pensar es que en estos países sólo te salva la vida el dinero. Estábamos en una isla donde hubo 73 muertos, pero una llamada y un billete de avión hizo que nosotras no estuviéramos entre ellos. La mayoría de los filipinos no tienen ni para llegar al aeropuerto.

Malapascua

Aunque tampoco fue fácil, en Cebu Pacific Airlines (Ryanair al estilo filipino) no nos dejaban cambiar los vuelos, así que tuvimos que comprarlos todos de nuevo (nunca compréis enlaces internos por adelantado en Filipinas porque cambiarlos es imposible). Pensamos que, si había alerta de tsunami lo mejor era estar en el aire, así que cogimos un avión al primer destino que hubiera. Al final, a pesar de la larga discusión entre Hong Kong, Sydney, Nepal… acabamos en Manila.

Y, a pesar de estar fuera del radio y tan al norte, Manila también temblaba. Cogimos un hotel cerca del aeropuerto y algo más solido que los habituales, cuantos menos pisos mejor. Lo último que recuerdo de aquella noche es que la litera se movía.

Gracias a Dani por el aviso, ya que si no llega a ser por él hubiéramos hecho noche en Cebú y, aunque quizá no nos hubiera pasado nada, hubiera sido un infierno.

Al parecer en Filipinas hay una media de 2 movimientos sísmicos por día, aunque la mayoría son imperceptibles. Esto se debe a que está localizada en la Línea de Fuego y las placas tectónicas están en constante movimiento. Las islas centrales del país siempre son las más afectadas.

Ahora, por suerte, ya estamos en otro de los paraísos filipinos: Palawan. Aunque en Manila hubo un intento de visitar el Taal Lake, aunque nuestro conductor se perdió y pasamos parte del día metidas en una van todas indignadas. Ese capítulo preferimos olvidarlo…

Periodista digital especializada en viajes

3 Comments

  1. Menudas aventuras que estáis pasando, sois igualitas que Indiana Jones… 😀

    Ya os queda poquito, así que disfrutar mucho, mucho de la última semana.

    Un besazo.

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