Dos museos divertidos en Stavanger para entender Noruega

stavanger, Noruega

¿Quién dijo que los museos eran aburridos? Los de Stavanger, en los fiordos noruegos, no.

stavanger, Noruega

A Stavanger se la conoce por muchas cosas. Una de ellas es por ser la puerta de entrada al Preikestolen, el famoso púlpito que cuenta con las mejores vistas del mundo. Sí, el de las fotos más repetidas de Noruega. Sí, donde posa el buenorro noruego desnudo. Sí, los noruegos están buenos. Pero no, no van desnudos… ¡Hay qué ver cómo nos engañan!

También son conocidos por eso y por la inestabilidad de su clima: ahora hace calor, ahora hace frío, ahora sol y ¡espera! ¿Vas a montar en lancha para ver los fiordos noruegos? Pues va a llover, oye. Y así sucesivamente. Lo bonito es que en un mismo día puedes vivir todo tipo de climatología.

Stavanger es la capital noruega del petróleo. Esto igual ya lo sabías, en mi caso fue toda una sorpresa. Más aún el hecho de que un museo donde te contasen cómo se extrae el petróleo -y la historia del mismo- pudiera ser hasta divertido. Esto es verdad. No es de extrañar que sea uno de sus lugares más visitados y recomendados. De hecho, fue lo primero que me dijo mi padre al enterarse de mi viaje: “Vete al museo del petróleo”. Algo que yo hubiera descartado totalmente si no fuera por su empeño. Y menos mal. (Intentaré que la explicación sea tan amena como lo es él. El museo, no mi padre).

Norsk Oljemuseum: el museo del petróleo de Stavanger

Stavanger, museo del petróleo

El petróleo es una de las principales actividades económicas de Stavanger. Lo es desde finales de los 90, momento en el que se empezó a explotar y a levantar plataformas petrolíferas. Antes de ella, la ciudad era rica en conservas. De hecho, fue su principal industria hasta la explotación del petróleo. Ahora son mucho más ricos.

El museo donde se explican todas estas cosas es uno de los edificios más llamativos del puerto, ya que al igual que la actividad, ha logrado romper la tradicional arquitectura de Stavanger otorgándole un aspecto mucho más moderno.

Fue diseñado por Lunde & Løvseth y, aunque su fachada principal no nos diga nada, el truco está en que desde el mar parece una plataforma petrolífera más (imagen de arriba).

Stavanger, museo del petróleo
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Noruega es el segundo país de Europa más rico en petróleo

Aunque el tema en sí puede asustar a cualquiera, sobre todo si no se tiene ni idea. Lo cierto es que la grandeza de este centro es que todo está explicado para gente como tú y yo, así, poco rápidas. Por ello, en sus diferentes salas no sólo hay explicaciones, sino también se pueden ver imágenes de las diferentes plataformas, el tipo de petróleo que se extrae, metido en tubos para que puedas girarlos y ver su espesor.

También hay mini exámenes, donde puedes ir contestando a las preguntas que se plantean en cada expositor, y evaluar de forma interactiva cuánto sabes del tema.

Las diferentes salas están decoradas como si te encontrases dentro de sus plataformas. De hecho, hay una sala de máquinas donde puedes sentarte y tocar los botones que los profesionales usan para mover la plataforma y poner en funcionaliento la maquinaria.

También hay otras pruebas. Por ejemplo, la de meter las manos con unos guantes en un tubo e intentar deshacer el nudo de una cuerda sin mirar.

Algunas de estas actividades tienen que ver con las labores de los submarinistas profesionales que se dedican al sector petrolífero. Y de eso también aprenderás mucho.

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Los cachibaches que nos encontramos son auténticas piezas sacadas de antiguas plataformas, por lo que se aprende a saber para qué se usa cada cosa y cómo es.

Todo se puede tocar (excepto las maquetas), por lo que el aprendizaje es muy interactivo. Si viajas con niños (o tú mismo eres un poco niño) hay también juegos. Los ecologistas también se sentirán cómodos, bueno algunos datos no son para tirar confeti pero en él encontrarán detallado los efectos nocivos para el medio ambiente y algunas acciones que se han tomado para dañar lo mínimo posible el entorno.

Noruega es el segundo país de Europa más rico en petróleo, después de Rusia. Y ese dato nos ayuda a comprender por qué ellos viven tan bien (y nosotros tan mal. Pero ese es otro tema). ¿De qué vivían antes del petróleo? ¡De las conservas!

Museo de las conservas en Stavanger

Aquí, además, saldrás comido. Bueno, tanto como lleno tampoco, pero servirá para ir tirando.

stavanger

El museo de las conservas se encuentra en el histórico barrio de Gamle. Un lugar de pequeñas casas de madera pintadas de un blanco impoluto. De hecho, parece que si las tocas las vas a manchar.

Es la zona más antigua de Stavanger, donde antiguamente se encontraban los almacenes que, antes de dedicarse al pescado, se encargaban de exportar madera a muchos países europeos. No fue hasta principios del siglo XIX cuando los noruegos decidieron cambiar este material por el arenque.

Por aquel entonces había unos 200 almacenes repartidos a ambos lados del puerto donde se lavaba el pescado y se preparaba para su exportación.

Una crisis del arenque llevó a los noruegos a tener que ingeniárselas de nuevo. Aunque no les fue complicado, su ubicación hizo que encontrasen bancos de sardinas que les sirvió para crear su popular industria conservera. La principal actividad económica de la ciudad hasta la llegada del petróleo, momento en el que esta industria comenzó a entrar en declive.

La últiva fábrica conservera de Stavanger cerró en 1982. Hoy, estos almacenes son tiendas, bares o restaurantes. Excepto uno, el museo de las conservas. Y allí es a donde vamos.

Stavanger, museo de las conservas
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En él se encuentran las reliquias de su mejor época: latas vintage con todo tipo de dibujos gráficos y mensajes. Durante el recorrido nos explicarán cómo se realizaba el proceso de las conservas de sardinas: desde su llegada hasta su salida de la fábrica. La principal característica es que todas ellas iban impreganadas en aceite de oliva español, de ahí a que también encontremos antiguos botes de Carbonell de colección.

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Las máquinas que se usaban sólo están de exposición, aunque una de ellas se puede tocar como demostración de cómo era el proceso de enlatado. Sin duda, la mejor parte de la visita es cuando sacan las sardinas para probarlas, ya que están buenísimas. Lástima que una profesión con tanto encanto y tradición en Stavanger (y tan buena) acabase desapareciendo.

Para más información: Visit Norway o Region Stavanger

Periodista digital especializada en viajes

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