Nápoles

40º-50’ N 014º-15’E

La primera vez que llegamos a esta ciudad, nos quedamos totalmente estupefactos por el caótico y desordenado panorama que nos encontramos.

Sin embargo, no hizo falta que pasase mucho tiempo para ir contagiándonos del ambiente alegre y mediterráneo de esta gran ciudad, la más poblada del sur de Italia y el polo opuesto a las grandes ciudades del norte como Milán o Turín.

El área metropolitana de Grande Nápoli tiene 4,5 millones de habitantes y es la capital de la región de la Campania, está situada en el mar Tirreno y tiene un clima mediterráneo con temperaturas muy altas en verano y muy suaves en invierno. Las mejores épocas para viajar hasta aquí es en primavera o en otoño.

Llegamos en avión al aeropuerto de Capodichino y ya desde el aire nos dimos cuenta de la enorme extensión que ocupa y de que está totalmente abierta a la mar.

Desde el mismo aeropuerto empieza la aventura cuando tomamos el taxi, antiguo y desvencijado, y tratamos inútilmente de decirle al taxista que no tenemos prisa para ver si así respeta los límites de velocidad. Incluso en algunos momentos aprovecha las vías del tranvía para ganar espacio y tiempo en medio del caos de tráfico habitual. Enseguida nos damos cuenta de que en esta ciudad las normas de tráfico no son al uso, que los cascos de los motoristas brillan por su ausencia y que los semáforos son meramente indicativos pero que no obligan en absoluto. Curiosamente, aunque nadie respete los ceda el paso y se crucen continuamente de carril, no se oye ningún pitido.

En nuestra siguiente visita llegamos por tren desde Roma; el billete con nuestro asiento numerado no significa que vayamos a ir acomodados tranquilamente en el sitio que nos han asignado; de hecho, tuvimos que hacer gran parte del trayecto de pie, en el pasillo.

Al llegar a Nápoles después de unas tres horas de viaje, nos bajamos en la Stazione Centrale de la piazza Garibaldi, plaza frecuentada por todo tipo de gente, principalmente inmigrantes intentando vender todo tipo de falsificaciones y rodeada de hostales no demasiado recomendables para alojarse debido al ambiente nocturno de la zona.

Si viajamos en vehículo particular, la mejor opción es contratar un hotel con parking, dirigirnos como podamos (imprescindible disponer de GPS) rápidamente al hotel y olvidarnos del coche hasta el día de la partida. Si tratamos de conducir por Nápoles podemos volvernos locos y llegar al punto de destino con más de un bollo en la carrocería, como podemos observar en la mayoría de los coches. En una ocasión me contaron que un americano, a pesar de los consejos, se decidió a conducir por la ciudad, lo que logró hasta que llegó a una gran rotonda; debido a la forma de conducir de los napolitanos no era capaz de salir de la rotonda por lo que estuvo un buen rato dando vueltas a ella hasta que cansado, paró el coche como pudo y se fue a pie.

Nos alojamos en un hotel de la vía Partenope, frente al mar y zona de ambiente nocturno tanto de restaurantes como bares de copas. En esta calle hay varios hoteles de cuatro estrellas y, aunque el precio es un poco alto, hay que tener en cuenta que es la mejor zona de Nápoles. Justo enfrente está el Castell dell’ovo construido sobre el año 1.100 y que fue el inicio de la ciudad. En su entorno hay un puerto pesquero y deportivo, restaurantes con terraza de calidad y a buen precio para comer pescado del día.

En otra ocasión nos alojamos en un hotel próximo a la Galeria Humberto I. Esta Galería cubierta, prodigo de la arquitectura y muy similar a la Galería Vittorio Enmanuel de Milán está llena de comercios y cafeterías y es punto de encuentro de la sociedad napolitana. Una de sus entradas sale a Vía Toledo, una de las más comerciales y transitadas de Nápoles.

Si paseamos por vía Toledo (llamada así en memoria del Virrey Pedro Álvarez de Toledo que la mandó construir en 1536) podemos apreciar a un lado las típicas calles napolitanas, muy estrechas y donde la ropa está tendida de lado a lado. Lo más curioso es ver a la gente hacer la compra desde la ventana mediante un cestillo donde bajan el dinero para que el pescadero o frutero ambulante lo cambie por el género.

La zona de San Gregorio Armeno acoge todos los años de noviembre a enero el gran mercado del Pesebre, tradición navideña de los napolitanos, de gran fama en todo el mundo.

Nápoles está plagada de catacumbas y galerías subterráneas que llegó a ser una verdadera ciudad bajo tierra. Durante la Segunda Guerra Mundial se utilizaron como refugio anti bombardeos y hoy en día son un reclamo turístico. Los tours comienzan desde la plaza San Gaetano y desde la vía Santa Anna di Palazzo. En la época romana los santos que eran perseguidos se refugiaban en las catacumbas; El más famoso de todos fue San Gennaro, hoy Patrón de Nápoles.

Todos los años, el 19 de septiembre, aniversario de la muerte del Santo, se produce el “milagro” de la licuefacción de su sangre. También se le atribuye haber protegido a la Ciudad de las erupciones del Vesubio.

Enfrente de la Galería Ummberto I se encuentra el Castellnuovo y detrás está el puerto de Nápoles, el verdadero motor económico de la ciudad. Todos los días podemos ver algún barco de pasaje, pues esta ciudad es parada obligatoria en la ruta de cruceros por el mediterráneo occidental. Por las mañanas cientos de turistas se pasean por la ciudad.

Frente al puerto podemos ver la isla de Capri, situada en la parte sur de la bahía frente a la villa de Sorrento, famosa en los 60’s por ser balneario de la burguesía y escenario de películas de Sofía Loren, Marcelo Mastroiani y otros conocidos actores italianos. Para llegar a ella debemos tomar un ferry que sale con bastante frecuencia desde el puerto de Nápoles, sobre todo en verano. También salen barcos desde Sorrento.

Después de navegar aproximadamente 1,5 horas llegamos a Marina Grande, que es el puerto de Capri. Desde el atraque podemos ver el puerto deportivo, una pequeña playa de piedra y unas cuantas terrazas llenas de turistas.

La isla tiene aprox. 10km2 y un perímetro de 17 kms. La capital es Capri. Para llegar hasta ella desde el puerto hay que tomar un funicular. Capri es pequeña, con calles muy estrechas y llenas de restaurantes y tiendas de recuerdos. Fuera de la ciudad hay cantidad de villas de principios del siglo XX donde residieron entre otros Pablo Neruda, Vladimir Lenin, Maximo Gorki o la Reina Victoria de Suecia. En el centro se encuentra la segunda población de la isla llamada Anacapri. La visita a la isla se puede hacer en el día y volver en uno de los últimos ferrys, pues los hoteles de la isla son bastante caros. A la vuelta podemos cenar en Nápoles, donde dicen que están las mejores pizzerías de Italia.

Otra de las visitas obligadas desde Nápoles es Pompeya. Todos hemos oído alguna vez la historia de Pompeya, sepultada por una erupción del Vesubio un 24 de agosto del año 79 dc.

Para llegar a Pompeya tomamos la Ferrovía Circumvesubiana, cuya estación está muy cerca de la Stazione Centrale. Es barato y no tarda demasiado. Después de salir de la ciudad pasaremos por Ercolano, donde hay una ciudad como Pompeya pero más pequeña y menos conocida, después pasaremos por Torre del Greco y Torre Annunziata antes de llegar a Pompeya.

En nuestro caso, habíamos madrugado para aprovechar la mañana y por la tarde, desde la estación de Pompeya, seguimos hasta Sorrento antes de volver a Nápoles.

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