Sitges: 9 razones que te harán volver

Sitges

Reconócelo, tu tampoco puedes parar de repetir.
Sitges

Sitges es de esos lugares mágicos donde, es bajarse del tren y los problemas pasan de largo. Ahí te quedas tú. Sin recordar muy bien de dónde venías, ensimismado por su olor. Porque sí, Sitges huele a vacaciones. A salitre, a aftersun. A la vista en cambio nos regala un folio en blanco, con alguna pincelada de azul. Como el mar, el cielo. La clásica imagen de un pueblo pesquero, con su sirena. Quizá ese es el problema. Ulises se ataba a un mástil para no sucumbir a ellas, nosotros nos atamos a Sitges para no irnos nunca. Y motivos no nos faltan. Aunque es conocido como la cuna gay de Cataluña. Sitges es para todos: heteros, jóvenes, mayores, solteros, casados, amantes, andantes y algún que otro cura despistao. Por ello, a continuación os dejo una serie de motivos por los que Sitges engancha y siempre estamos pensando en volver.

sirena_sitges

Las noches en Sitges son largas (y los días también). Como las colas que se forman en El Cable, donde presumen estar las mejores bravas de Cataluña. No me atrevo a contradecirlo. Y es que Sitges es de esos pueblos que siempre tienen excusa para estar de fiesta: que si Carnaval, el Festival Internacional de cine, Sant Bartomeu… Sus callejuelas, esas donde durante el día no dejaste pasar por alto ni una tienda, se llenan de vino, cerveza o cubatas para acabar en el Lizard, uno de los bares de moda del paseo marítimo situado junto al Hotel Calípolis. cine, sitges

Mientras, durante el día, la excusa la encontramos en la Casa Bacardí. Una grata sorpresa para los amantes del ron que, hasta este momento, no teníamos ni idea de que Facundo Bacardí era catalán, de Sitges más concretamente. Dentro nos encontramos con su historia, de cómo creó una fórmula inédita en la destilación del ron y expandió su imperio. Una visita guiada acompañada de una cata de los diferentes rones y una masterclass de cómo preparar sus tres cócteles más famosos: el mojito, daiquiri o un Cuba libre. (En comparación con la cata que tuve la oportunidad de hacer en la fábrica Bacardí de Puerto Rico, donde te lo mezclaban con zumo, avisados quedáis de que posiblemente salgáis de allí bailando salsa). La entrada cuesta unos 9 euros por persona e incluye una foto tan maravillosa como esta.

Casa Bacardí, Sitges
Equipo del viaje a Sitges: Diario de viaje de Kiana, Crónicas viajeras, 365 sábados viajando, Adictos a los viajes, A donde quiera que vaya, Mundo x descubrir y 3viajes.

Nota: Será necesario que reservéis con antelación en la web, ya que depende de la hora las plazas se acaban.

Gastronomía marinera. Es un pueblo pesquero, allí nada puede estar malo. Aunque su fama se la lleven las bravas, Sitges es conocido por estar dentro de la Ruta del xató, un plato típico de la zona que se compone de escarola, bacalao, anchoas y atún. De ahí sus famosas xatonadas. Los bares de tapas también han ganado peso en la gastronomía de la villa. Cada año, a mediados de mayo se celebra el Tapa a Tapa, un festival donde los restaurantes de Sitges compiten por quién la tiene más grande más buena. En realidad, todos los años gana el antes mencionado El Cable. Tongo o no yo que tú iría allí de cabeza. Otros platos que no te puedes perder: pescado fresco y fideua.

gastronomía, Sitges
Cena en el Hotel Calípolis

Sobra arte en cada esquina. Y no sólo por su arquitectura: de las típicas casas de pescadores a las edificaciones de estilo colonial americano, sino que el pueblo presume de haber tenido algunos de los mejores artistas catalanes. El de más renombre, Santiago Rusiñol, montó allí su estudio de arte junto al mar en 1892 y empezó a coleccionar en sus interiores todo tipo de obras: pinturas, grabados, muebles, hierro. Lo más destacado son sus cuadros de El Greco, de quién se inspiró para sus posteriores creaciones; alguna réplica de Botticelli, como la de El nacimiento de Venus; pinturas de Picasso; creaciones de Ramón Casas; o su enorme colección de hierro. En 1933 se decidió juntar todas sus pertenecías y en su misma casa-taller se abrió el museo Cau Ferrat. Un lugar lleno de cachivaches que tu madre disfrutaría tirándolo todo a la basura pero que allí expuestos tiene un valor incalculable. La sensación es la de entrar a una tienda de decoración: picaportes, esculturas y otros artículos no identificados. Su entrada es de 10 euros e incluye también la visita al Museo Maricel.

El Museo Maricel está justo al lado del Cau Ferrat y, en este caso, las obras pertenecen a un americano, Charles Deering, que se fue a vivir a Sitges. Un señor que flipado con el taller de Ruiseñol quiso comprárselo. El artista catalán no accedió a ello y Deering construyó el suyo. En él muchas de las obras que podemos ver son de su amigo Ramón Casas, aunque también hay pinturas y esculturas de otros artistas locales. Como su museo le debió de parecer pequeño, el americano ordenó construir el Palacio Maricel justo enfrente, un edificio novecentista cuyo claustro es una auténtica pasada y desde donde obtenemos algunas de las mejores vistas del mar. Palacio Maricel, Sitges

Playas, calas, mucha agua. La vía de escape para aquellos que vivimos en Barcelona. No te quedes en las playas del centro, Sitges cuenta con unas 17 playas repartidas por su pueblo y alrededores. Si andamos un poco encontraremos calas, playas de gays, nudistas, algunas de ellas incluso semi vacías (en comparación con otras playas catalanas, claro. Si eres del norte ólvidate del concepto de playa que tienes en la cabeza). Además, el agua no está tan fría. El único inconveniente es que a veces puedes encontrarte alguna medusa. Es lo que tiene el Mediterráneo. playa sitges

Dormir frente al mar. No hay mayor sensación de vacaciones que la de despertarte, abrir la cortina y encontrarte frente al mar. Aunque esto no sólo es un lujo para los turistas, sino que al parecer entre los viajes de negocios se está poniendo bastante de moda. No nos extraña. Uno de los hoteles que ofrece estas vistas, con terraza donde sentarte a contemplar el panorama, es el Hotel Calípolis (donde se encuentra el Lizard, así ya tienes todo a mano). Está justo enfrente del paseo marítimo y también cuenta con piscina para los huéspedes, además de uno de los mejores restaurantes de la zona donde encontrarás productos del mar de primera calidad. Un lujo de cuatro estrellas que tuve la oportunidad de probar en mi última escapada.

Está al lado de Barcelona. Sólo hacen falta cuarenta minutos para huir del tumulto de la ciudad condal y plantarnos en Sitges, el pueblo donde siempre es verano (incluso fuera de temporada).

Periodista digital especializada en viajes

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