Ruta por Huesca: Winter is coming

Un recorrido por Huesca en coche.

ruta por Huesca

Me gustan las comparaciones. No se si es porque nunca se me ha dado muy bien describir o por la necesidad de huir de la frase «no, no me hago una idea» de los menos imaginativos.

Aunque cada rincón tiene sus particularidades y muchas veces éstas son exclusivas e incomparables, a veces asociarlo a algún lugar conocido nos hace que nos resulte más familiar y fácil de recordar.  

En mi memoria, en nuestra ruta por Huesca pensé que aquello era Invernalia (críticas aquí. Si no sabes de lo que hablo, entonces véase Juego de Tronos. Aunque tranquilo, no tiene mucho que ver con la serie, por no decir nada. No hay spoilers). Y sí, Invernalia está en Irlanda pero, si tuvieras que escoger su versión española, ¿acaso no sería Huesca? Quizá menos blanco, sin salvajes ni cuervos al acecho, pero su sangrienta leyenda de la campana en Huesca capital podría hacerle sombra hasta la mismísima “Boda roja”.

Y es que, según cuenta la historia, uno de los reyes de Aragón, Ramiro II el Monje, cansado de la desobediencia de su pueblo convocó a 12 nobles a su castillo con la excusa de que le ayudasen a construir una campana que se oyera en todo el reino.

Según iban entrando, éste les iba decapitando y colocándolos en círculo, dejando la cabeza del obispo de Huesca justo en el centro. Una práctica que en la Edad Medieval estaba a la orden del día y que estuvo retratada por muchos artistas como Lope de Vega en su dramática obra La campana de Aragón pero que, inevitablemente, no deja de transportarnos hasta el trágico  1×09 Baelor.

La estación de Canfranc

Estación Internacional de Canfranc

Otro dato que nos lleva hasta Invernalia tiene que ver con su muro. Vale, actualmente es pura imaginación, pero si echamos la vista atrás existen ciertas similitudes que nos sorprenden.

Al principio del texto os comentaba que no había salvajes. Bueno, no es del todo cierto. Durante la Guerra Civil española, y más tarde en la dictadura franquista, los franceses comenzaron a ser una amenaza.

Por ello, el único paso fronterizo accesible en Huesca durante todo el año, Somport (situado en la región de Canfranc), fue cerrado para evitar posibles invasiones, o fugas, y en sus inmediaciones se levantaron fuertes y torres de control. La misma suerte tuvo la Estación Internacional de Canfranc que unía ambos países a través del Pirineo y que años más tarde suscitó el interés mundial por ser el paso principal del oro nazi.

Estación Internacional de Canfranc

Después de tanto abre y cierra, en los 70 la línea se vio afectada por el descarrilamiento de un tren en la parte francesa e hizo que su tránsito fuera paralizado para siempre. Todavía continuaron algunas líneas nacionales, aunque no impidió que poco más tarde la estación acabase abandonada a su suerte haciendo que Iker Jiménez tuviera nuevos contenidos que explotar en sus programas. Este año fue comprada por el Gobierno de Aragón (anteriormente pertenecía a Fomento) y permanece vallada, aunque existen visitas organizadas para entrar a verla.

canfranc_estacion

Aquí es donde aprovecho para lanzar la única queja que he tenido en la ruta por Huesca: Aragón, que manía con organizar y hacer de pago todos los monumentos o edificios emblemáticos. Ya lo critique en el post del pueblo fantasma de Belchite y ahora me reafirmo: a muchos viajeros no les vienen bien vuestros horarios ni les gusta visitar las cosas en grupo. Ya está, continuamos con la ruta por Huesca.

Los Mallos de Riglos

Mallos de riglos

Otro gran muro, aunque en este caso de admirar y totalmente natural, son los Mallos de Riglos. Unas formaciones rocosas de 300 metros de pared vertical que destacan por encima del paisaje como si quisieran alcanzar el cielo (de hecho, fue usado como escenario en el último anuncio de Vodafone).

Sin estar tan congelados, es uno de los escenarios favoritos de los escaladores, a quienes se pueden ver ascendiendo por ellos. También es el lugar idóneo para el avistamiento de buitres leonados.

Su pueblo se compone de un casco urbano de pequeñas callejuelas irregulares salpicadas de casas blancas con pórticos de madera. Hoy en día todavía se pueden ver algunos de los restos de su antigua muralla.

Las vistas desde abajo son impresionantes, los Mallos de Riglos son como un gigante que protegen a su pueblo. Una vez emprendemos rumbo siguiendo el único tramo vivo del río Gállego nos cruzaremos con diferentes puentes creados desde la ocupación romana, de ahí a que algunos de ellos estén en ruinas; y que también guarden cierta similitud con los de las historias.

Estación Internacional de Canfranc

Aunque si tuviéramos que identificar una fortaleza al estilo Invernalia, creo que no habría dudas de que  éste sería el castillo de Loarre. De menor tamaño, aquí nuestros reyes eran menos poderosos, esta fortaleza románica se encuentra en un enclave entonces inexplorable donde un bosque de pinos blancos componen su antesala.

El acceso hoy en día es algo más sencillo, aunque tampoco mucho. En noviembre, con la llegada de los primeros copos, parte de la carretera se congela y, según vas ascendiendo, la situación se complica. Supongo que antaño esperarían al deshielo, hoy el ansia hace que incluso sin cadenas probemos a ver si hay suerte. Y claro, así es como quemamos las ruedas y casi tenemos que llamar para que nos sacasen de allí el coche (torpes al volante).

El castillo de Loarre

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La entrada a Loarre cuesta sólo tres euros y, en esta época, es posible que no se coincida con más visitantes.

En su interior, como cualquier castillo de la época, se encuentran los aposentos del rey, una pequeña capilla, la cripta de Santa Quiteria y la iglesia del castillo; aunque observando los campos y recovecos en mi cabeza haya un gran mercado con productos frescos, alguna vaca, un zapatero y un carpintero. ¿No es eso lo que nos enseñaron las películas?

La decepción llegó cuando nos informaron de que en un primer momento su carácter era militar para evitar invasiones. Años más tarde fue conquistado por los musulmanes. El cese de los ataques y la fuga de éstos hicieron que el castillo de Loarre perdiera fuerza, aunque como esperanza de aquella feria imaginaria los campesinos y artesanos estuvieron viviendo tras los muros de la fortificación durante muchos años, hasta que en época de paz levantaron el pueblo de Loarre, justo a los pies de la montaña, con materiales recogidos del castillo.

Salvaguardando las distancias con los lugares de fantasía, Huesca es una región invernal cuyo principal reclamo turístico comienza con la temporada de nieve (aunque en primavera y verano también tiene que ser una pasada).

Tanto en su capital como en otras ciudades  como Jaca o en los pequeños pueblos, todo está ya preparado para la llegada de los esquiadores y amantes de los deportes de invierno. De hecho, en el norte de esta comunidad se encuentran cinco de las estaciones de esquí más importantes de España. ¿Lo que más nos ha gustado de la ruta por Huesca? Su naturaleza, su color gris y la arquitectura.

Periodista digital especializada en viajes

4 Comments

  1. Hombre… así visto creo que Invernalia podría ser cualquier región del norte. En todas nieva, hay algún que otro castillo y salvajes ya ni te cuento. Aunque me ha molao la comparación.

    Jorge.

  2. Espero que seas norteño y lo de salvajes vaya con cariño jajajaja Sí, el norte guarda cierto parecido, de hecho se grabó en Irlanda que guarda mucha semejanza paisajística con nosotros. No obstante, también me refería a la similitud de historias y leyendas, y un poco ese muro invisible del pasado. No se, fue lo que pensé mientras recorría Huesca 😛 ¡Gracias por tu comentario!

    ¡Un saludo!

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