Viaje a Kashgar, donde China pierde su nombre

Kashgar, China

Kashgar fue una de las ciudades más importantes de la Ruta de la Seda. Está situada al oeste del desierto de Taklamakán, por lo que era un oasis para las caravanas que cruzaban todo China desde Xian.

Al llegar, los viajeros se encontraban con un entramado caótico y desordenado de callejuelas entre edificios de adobe. Era el viejo Kashgar, una ciudad con más de 2.000 años llena de encanto de la que hoy apenas quedan un montón de piezas rotas amontonadas en la entrada, esperando a que las excavadoras las retiren.

Para los que buscan sentirse Marco Polo perdiéndose entre sus callejones y sus mercados espontáneos, esto puede ser una decepción: El viejo Kashgar ya no existe. En 2008, el Gobierno de China ordenó comenzar su demolición. En 2019 aún no se habían concluido las obras, pero la ciudad-oasis estaba cercada y era imposible acceder. La mayor parte de las casas estaban destruidas.

A sus habitantes, aunque al gobierno chino les hubiera gustado retirarlos con los escombros, les construyeron una ciudad nueva. Estéticamente puede parecer una réplica, «Ah, mira que majos los chinos». No, ni es igual, ni fue creada con buenas intenciones. Pero, espera, antes de entrar a jugar a las 7 diferencias, vamos a ponernos en contexto. Porque yo tampoco lo entendía.

En 2008, el Gobierno de China ordenó la demolición del viejo Kashgar

Kashgar fue conquistado por numerosas etnias a lo largo de la historia. Que fuera tan deseado tiene su porqué. Al Este tiene el desierto, está a los pies del Tian Shan y la cordillera del Karakórum lo separan de Kirguistán. Era un núcleo urbano en el medio de la nada, y muy lejos de todo.

Fue parte del Turquestán -una región histórica que iba desde el mar Caspio hasta el desierto del Gobi- y, desde el siglo X, se implantó el Islam. Se cree que por aquella época es cuando se asentaron los uigures, una etnia túrquica que fue derrotada por los kirguís y que buscaron nuevas tierras. Más tarde también serían derrotados por los mongolos hasta pasar a ser chinos.

Aunque solo lo son oficialmente. Estando allí te darás cuenta que poco o nada tienen que ver. Los uigures son musulmanes, de tez morena, ojos rasgados -pero algo más grandes que los chinos- y, sobre todo, muy peludos. Los hombres suelen llevar barba larga en pico. Las mujeres visten coloridos vestidos.

Sopa de cordero

En kashgar se habla árabe y, la gastronomía, también se asemeja más a la de los istanes -con cazuelas de cordero- que a la china.

Campos de reeducación para los uigures

Desde hace décadas, el Gobierno de China desea hacerse con el control absoluto de Kashgar y de la región de Sinkiang a la que pertenece. Para ello, han introducido a un gran número de chinos de la etnia Han que ahora habitan allí, reduciendo así el número de los uigures.

En 2014, la visita del presidente Xi Jinping a Kashgar coincidió con un atentado en la estación de tren de Kunming, al otro lado del país, que provocó una treintena de muertos y cientos de heridos. Nadie reivindicó el ataque, pero el gobierno chino aseguró que se trataba de un ataque de islamistas radicales y señaló hacia la etnia uigur.

Este fue el primero de una oleada de atentados entre los que se encuentra el asesinato del imán de la mezquita Id Kah de Kashgar, la más grande de China. A ver, no es complicado que sea la más grande. El gobierno también se encargó de derribar decenas de mezquitas repartidas por el estado.

Muchos uigures fueron detenidos y, según una investigación publicada por The New York Times, fueron llevados a campos de trabajos forzados donde pretendían reeducar a los musulmanes.

El periódico norteamericano desveló más de 400 páginas filtradas desde dentro del partido que revelan que el presidente Xi Jinping hizo una campaña contra los musulmanes.

El ejército chino se desplegó por toda la región de Sinkiang y se dieron cuenta de que la ciudad no estaba hecha para que la conquistasen. Y ese es el motivo por el que la derribaron y decidieron levantar una «réplica» -solo estética- justo enfrente.

La nueva Kashar

Calles de Kashgar, China

La antigua Kashgar era tan caótica y estrecha que por ella no podían pasar las lecheras de los policías, ni los convoy militares. Solución: una nueva ciudad con grandes avenidas que hoy están tomadas por la policía. De hecho, para acceder al interior hay controles con detectores de metales. Los hay incluso en los pasos subterráneos. También hay reconocimiento facial y, en algunos casos, tienes que enseñar el pasaporte.

Con esta nueva estructura, meticulosamente planificada, el Gobierno de China se aseguraba tener el control de los uigures y evitar su sublevación.

La violencia de hace unas décadas fue tal, que incluso muchos restaurantes del estado tienen detectores (aunque no todos los tienen en activo) y el acceso a las mezquitas está controlado.

El corazón de la nueva Kashgar luce hoy impoluto. Con edificios de estilo árabe de color ocre pero con ornamentos de colores. También les han plantado árboles y en muchas de las fachadas cuelgan las flores. Hay plazoletas, arcos diseñados con buen gusto y, en las calles principales, están los puestos de comerciantes y artesanos que, debido al lujo de su nueva urbe, han aprovechado para subir los precios. Esto último lo supongo, porque nada era barato. Todo a cambio de la libertad.

Aunque no puedo comparar cómo era el ambiente de la vieja Kashgar, porque llegué 10 años tarde, a su cara nueva le falta un poco de vida. La plaza de la mezquita Id Kah, no obstante, mantiene ambientillo.

En los alrededores del centro, existe otro Kashgar diferente. Con restaurantes tradicionales, pero también con fraquicias. Muchas tiendas de ropa moderna, de cosméticos y hoteles. Es como si estuviésemos en otro sitio. Por ejemplo, como si lo hubieran tomado los chinos.

En una de las calles generales, una enorme estatua de Mao Zedong de 18 metros recuerda tanto a uigures como a los viajeros dónde estamos. Dicen que es la estatua del dictador más grande de China. Para joder un poco más. Solo les queda enseñarles a escupir.

A pesar de que el viejo Kashgar ya no existe, el largo viaje -fueron unos 5.000 kilómetros desde Hangzhou, donde comenzó nuestra aventura- mereció mucho la pena.

Dónde dormimos en Kashgar

Nosotros somos de barato y aceptable. Nos alojamos en el Kashgar Pamir Youth Hostel, que está situado junto a la plaza de la mezquita. Tiene una terraza muy chula con vistas y, aunque el edificio en sí parece haber sido un centro comercial en otra vida y es un tanto extraño, la habitación estaba ok. Nos salió por unos 22 euros la noche en habitación doble.

Nota: Para entrar en Kashgar, al bajar del tren, nos separaron del resto de pasajeros para hacernos un control de pasaporte. Nos apartaron a una caseta de policía que había en el exterior y estuvimos un buen rato esperando a que terminasen de hacer fotos a nuestros documentos. Todo fue lento porque, además, no hablaban inglés.

Periodista digital especializada en viajes

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