9 cosas que no se hacer (cuando viajo) y que a ti te van a dar igual

A no ser que viajes conmigo. Entonces sí, tenlo en cuenta y no digas que no te he avisado.

Esto es una cadena. De esas que son un poco chapas, de las que todos huimos con la excusa de “no tengo tiempo”, que así quedas como una persona ocupada (e interesante), aunque en realidad estés en el sofá, en pijama, sin duchar y haciendo nada. Y funciona. Sobre todo porque nadie se imagina que una persona tan interesante como tú pueda estar aburrida. ¡Qué cosas! Si en 2003 estuviste en Vietnam, y hace 8 meses subiste en globo. Y es que tú ya te has creado tu imagen de viajero y, cuando no das señales de vida (porque estás haciendo eso, nada), todos se imaginan que estás por ahí escalando el Everest o haciendo cosas de gente interesante. Y no, no te esfuerces en luchar contra eso.

¿Y a qué venía todo esto? ¡Ah sí! Que esto es una cadena, de esas que son un poco chapas y… (bucle) No, el tema, el tema es que ¡tengo tiempo! ¡Oh, Dios mío! ¡¡¡He dejado de ser interesante!!! Así que voy a responder porque esto es una cadena de esas que son un poco chapas pero las que me han nominado son gente muy maja. Va por Regi, de Imanesdeviaje.com, y Alicia, de Objetivoviajar.com (si aún no las sigues no sé a qué esperas).

9 cosas que no se hacer

Preparar bien una maleta

Cuando no falta la pasta de dientes, son las chanclas. “¿Había que traer toalla?”, “¡Anda! Si tengo que comprar bragas”, “Joder qué frío, pues no traje nada, yo pensaba que en esta época en Noruega haría calor”, “La próxima vez haré una lista y haré la maleta con antelación” (y cada viaje la misma historia).

Tirar cosas a la basura

“Hola, me llamo Laura y tengo síndrome de Diógenes”. Llenaré mi bolso de tickets, panfletos que nunca más volveré a mirar y de envoltorios de comidas que sí existen en mi país pero no se escriben igual y cuyas migas quedarán por siempre pegadas al fondo de la mochila. Llenaré cientos de botellas con arena en las que luego no apuntaré de qué playa son y que un día, sin maldad, te las tiraré al suelo mientras limpio llenándote así el salón de arena. Como te parecerá que yo no limpio bien, te tocará hacerlo a ti, mientras yo intento convencerte de volver a meterlo en otra botella hasta que tu cara de odio hacia mi inocente persona hará que me calle la boca. Mostraré aparente tristeza, aunque tú no te darás cuenta, ¡vosotros nunca os dais cuenta de nada! También me llevaré ese souvenir que tú te estabas preguntando quién podría comprar eso, y llenaré la habitación de útiles no útiles de los que nunca me acuerdo que tengo pero que, como se te ocurra tirarlos, entonces echaré de menos. Y lloraré, y entonces todo será un drama. ¿Nos vamos a vivir juntos?

Pronunciar bien (en el idioma que sea)

Tardé seis años en decir bien el nombre de Enric; y una semana en que unos franceses entendiesen mi “merci”. Una vez un chico me abrazó en una tienda de Londres por pedir un “hug” en vez de una “bag”. Para que luego digan que los ingleses son unos estirados. Bueno, tampoco tenía pinta de inglés. De hecho era argentino. Para mí suenan igual «beach» que «bitch», y creo firmemente que en mi garganta faltan sonidos. No, ¡no se pronunciar la ll! Soy mi abuela.

Estresarme

No, no me voy a poner nerviosa porque el avión salga dentro de una hora y aún estemos en el tren, parados y con una avería. Tampoco lo haré cuando nos perdamos, o cuando lo haga nuestro equipaje. Ni si el hostel ha hecho mal la reserva, no quedan camas y son las 12 de la noche; o estamos en medio de un descampado, sin luz y varios zombis vienen hacia nosotros. Vale, ahí igual sí. Aunque no te sorprendas si mi respuesta es “Hacemos una birra y ya lo pensamos”. A mí no me estreses.

Aunque este punto se rompe totalmente con el siguiente.

Mantener la calma en un avión

“¡Vamos a morir todos!” Con los ojos mirando al vacío, despeinada y agarrándote muy fuerte del brazo hasta sacarte sangre. “¿Qué me calme? ¿Es que no te parezco calmada?” “Un, dos, tres, cuatro, cinco…” Así hasta llegar a los 3 minutos del despegue, que entonces ya pasa a ser todo súper seguro y ya no va a morir nadie. Y es que un día leí un artículo, creo que era de Sergio Parra…. Sí, aquí está: Cuál es el riesgo real de morir en un accidente aéreo, de Sergio Parra, en el que decía que los momentos más críticos eran los tres del despegue y los 8 del aterrizaje: “El 80 % de todos los accidentes de avión tienen lugar en estos 11 minutos”. Y claro, desde entonces la señora loca va contando los minutos en cada uno de sus vuelos. Haz el favor, pídeme una birra.

Usar mapas

Y no es que no los entienda, que tampoco, sino porque yo ya se dónde estamos, “es por allí”. “Vaya, pues no, qué raro porque la intuición nunca me falla”. Lo hace constantemente. Cara de corderito degollado y ¡perdón! No me gustan los mapas, me gusta perderme (y por eso querrás matarme).

Subir la mochila al compartimento de arriba

Y lo intento, no creas que no. Incluso hubo algún día que lo logré, aunque luego estuviera tres días sin poder moverme, con dolor de espalda y con riesgo de que mis brazos fueran amputados. Tengo una tara física que me impide levantar más de cinco kilos, si la mochila pesa seis ya la hemos cagado. Otra vez cara de cordero degollado y ¡gracias, señor!

Sacarte guapo/a en la foto

Tu cabeza está visualizando tu nueva foto de perfil: fotón, un montón de likes y algunos cuantos aplausos. ¿La ves? Pues olvídate, borra esa imagen. No intentes que de repente sea fotógrafa, ni un intento de ello. Tampoco seas pesado/a, no te voy a sacar mil, de cinco (cinco aún es tolerable) seguro que alguna merecerá la pena. Confórmate con la que no esté movida o pídeselo a otro.

Regatear

No, no se regatear. Me da pena. Sí, incluso sabiendo que a la que están timando es a mí. Una vez quise pagar más, el chico se enfadó. Hay culturas donde no regatear está mal visto, es como un desprecio, y el ocio de muchos comerciantes. Pero me da pena, no puedo evitarlo. Y no porque vaya de sobrada, todo lo contrario, esa pena es la que hace que nunca tenga un duro. Pero los veo ahí, tan buena gente que, aunque la mayoría sean más felices y vivan mejor que nosotros, siento la necesidad de ayudarles. Igual la que da mucha pena y necesita ayuda soy yo.

Y estos son sólo 9 de las mil cosas que no se hacer cuando estoy de viaje. Me ha costado elegir, no creas. El resto son mucho peores. Ya, ya se que te sorprende de una chica tan interesante como yo, pero tranquilo, algo bueno habrá también. Supongo… ¿Cuándo dices que nos vamos de viaje?

Y antes de darle a publicar, voy a nominar. Porque esto es una cadena, de esas que son un poco chapas… y hay que nominar. Aquí van mis tres, bueno no, mis cuatro nominados.

Nomino a Juli y Edgardo, de Un mundo de experiencias, porque tengo pensado irme a esa habitación rosa que me prometieron una temporada y tengo que hacerles un poco la pelota. A ver si así se toman un descanso de su Tenerife a pie y se ponen a pintar.

A Cristina, conocida también como Sara, de Travel to happiness, porque me aguanta todas las chapas en el bar, y porque cocina una tortilla buenísima.

A Bea, de Xperimentando, porque aunque ella ya no se acuerde me tiene que mirar el ancho de mi tema del blog.

Y por último, a Miryam, de A donde quiera que vaya, porque también tiene mucho tiempo para contestarla.