De Nueva York a las Cataratas del Niágara

Motel Maryland

Motel Maryland

Aunque las mejores vistas de las cataratas del Niágara se obtienen desde Canadá, si tenéis la oportunidad (y tiempo) de estar en Estados Unidos, os recomiendo que vayáis a visitarlas.

Las cataratas del Niágara, que se encuentran en la homónima ciudad, entre grandes edificios y neones, están justo en la frontera de estos dos países. Desde Nueva York son unas 8 horas en autobús, y hay bastantes compañías que realizan tours hasta ellas con parada en Washington, Filadelfia o Boston (nosotros paramos en las dos primeras).

He de confesar que odio este tipo de tours, ya que son organizados y bastante estresantes. Cada minuto cuenta y apenas hay tiempo ni de ir al baño. Si lo cogimos fue porque es la forma más económica de conocer estos lugares y somos pobres como ratas. La mayor parte de las agencias locales los venden por unos 75 euros, con dos noches de hotel incluidas.

Y, ¿qué tal el hotel? Pues muy bien, oigan. Bien podría ser de tres estrellas, aunque de carretera, claro. De hecho, es como cualquier motel típico de película de miedo americana, pero sin neones rojos y sin asesinos al acecho, al menos durante nuestra estancia. En los que paramos era un Inn, por lo que si prefieres hacerlo por tu cuenta, la noche no te puede salir muy cara.

En nuestro caso, el viaje lo hicimos con E-World Travel & Tours, que realiza las salidas desde el Chinatown de Nueva York.

El trayecto fue infernal: un autobús excesivamente pequeño, lleno de gente muy grande y pantallas en las que se iban repitiendo los capítulos de Mr Bean una y otra vez; intercalados con películas de la talla de Freaky Friday y 17 otra vez. Razón del viaje: el precio. Siempre a lo barato, no está la economía para grandes lujos (ni para pequeños).

Fue mi primer tour de estas características, y espero que el último. Odié a muerte la excursión, igual que a la china que nos hizo de guía. Una chica bastante pedante que nos tenía prohibido hacer pis en el baño del autobús y nos gritaba por llegar dos minutos tarde, de los cinco que nos había dado para comer. Un auténtico estrés. La gente que venía con nosotros, mucho de ellos chinos o puertoriqueños, parecían encantados, pero porque apenas se levantaron del asiento durante todo el viaje.

NOTA: Como es bastante común acabar en este tipo de excursiones, y puede que incluso sea la misma, quiero advertir, para que no os pille de sorpresa como a nosotros, de que el tiempo en Filadelfia es de media hora. Sí, ¡media hora! No se puede decir que se haya estado en una ciudad cuando la mitad de ese tiempo te lo pasas haciendo cola para el baño o comprando algo de comer. En el resto de lugares hay más tiempo.

A ver, tampoco fue un drama. O sí… no sé. Pero, para lo que pagamos, ¡qué esperábamos!

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