Ginak, la isla de la risa en Gambia

Isla de Ginak, Gambia

Isla de Ginak, Gambia Dicen que Gambia es la sonrisa de África. Una afirmación que adquiere más sentido que nunca si comenzamos nuestra ruta por Ginak, una pequeña isla situada al norte del país, algo escondida y en la que, a pesar de venir incluida en guías y ser recomendada por la mayoría de los locales, no hay rastro de turistas. Su principal reclamo se esconde muy bien justo en el interior de la misma, tras unas vallas de madera vieja, un par de viviendas y entre varios cocoteros. Su olor, no obstante, se percibe nada más desembarcar en su orilla. Aquí huele a maría. El capitán del cayuco sonríe, está a punto de mostrarnos uno de sus lugares más preciados: una señora plantación de marihuana. Muchos gambianos hacen un uso bastante frecuente de ella, sobre todo en situaciones donde desearíamos que pusieran toda su atención, como conducir por una carretera totalmente inundada en pleno bosque; o manejar una barca entre hipopótamos. Tonterías. Menos mal que en Gambia no pasa nada, aunque vivas en un constante susto.

La visita a la isla de Ginak parecía tan perfecta que estábamos convencidos de que todo estaba guionizado: paseo en barca con el capitán (aunque por su aspecto parecía más un sultán), comida a pie de playa, niños que corrían para cogerte de la mano, una boda local, visita a la granja de marihuana, degustación de cocos frescos y, como colofón, una vuelta a Bakau un tanto accidentada con final feliz. Pero a eso ya llegaremos más tarde.

Ferry Banjul Barra

De camino a Ginak: curiosidades aprendidas durante el trayecto

Al coincidir con el final de la época de lluvias, el camino de tierra que va desde Barra a Ginak se encontraba totalmente encharcado. Un dato que Omar,  el chico que se ofreció a acompañarnos a pesar de nuestra insistencia por quitárnoslo de encima (gracias señor por hacerle tan pesado, sino quizá nunca hubiéramos llegado) parecía no importarle “Tengo unos amigos que por 1.000 dalasis (unos 20 euros) nos llevan hasta allí. En un taxi normal jamás podríamos acceder, sólo ellos en toda Gambia pueden llevarnos y yo tengo que ir con vosotros” Y así, sin parecernos nada exagerado y sin apenas sentir que nos estaba timando, accedimos. Somos así.

De Banjul a Barra, donde sus supuestos amigos nos esperaban con el jeep, cruzamos el río en ferry. Un antiguo barco posiblemente de la Primera Guerra Mundial con el que tardamos algo más de una hora. Estoy completamente segura que nadando hubiéramos llegado antes. A eso hay que sumarle otra hora y pico de espera en puerto de Banjul pues, tal y como os expliqué en el post Viaje a Gambia, primeras impresiones, el transporte público en este país va a su manera y en el caso del ferry no iba a ser diferente. Por suerte no hubo que esperar a que se llenase, sino podríamos seguir sentados en aquella estación; aunque tampoco cuenta con horarios. Los barcos no salen a una hora determinada. Tú llegas y esperas. El ferry ya vendrá, a su ritmo y sin prisa.

De camino a Ginak, Gambia

Camino a Ginak

El hecho de ir acompañados de cinco locales nos pareció excesivo. Y no por el hecho de ir todos en el coche, pues el precio se mantenía aunque subieran veinte más; sino porque una cosa que has de tener en cuenta si tienes pensado viajar a Gambia y tirar de guías locales es que a éstos hay que alimentarlos y todo corre de tu cuenta (y a qué velocidad). Sí, no esperes a que saquen la cartera. Es más, si lo normal es que pagando una excursión la comida vaya incluida, aquí muchas veces (no todas) no sólo no lo estará sino que, ya al tanto, el camarero te lo cargará todo a ti directamente. Ten en cuenta que para ellos eres un blanco rico, sólo por el hecho de poder estar allí, y ninguna triste historia que les cuentes les hará cambiar de opinión (aunque incluso haya guías que cobren más que tú).

Camino a Ginak

La razón de llevar tanta tripulación en el jeep la conocimos más tarde, en pleno trayecto. En África apenas hay carreteras asfaltadas, por lo que muchas veces los caminos, por llamarlos de alguna manera, son de tierra o no están ni marcados, como en este caso. Durante el trayecto, además de cuidar de no ser decapitados por las ramas de los árboles, dimos gracias de que éstos no fueran palmeras, pues los frutos no hacían más que caer sobre nosotros.

Camino a Ginak

A mitad de camino, éste desaparece. Un enorme charco se abre frente a nosotros y, sin pensárselo dos veces, el conductor nos sumerge a todos en él. Sí, allí los milagros tampoco existen, por lo que el coche se encalla en el fango y sólo empujándolo éste es capaz de avanzar. No os exagero, tal y como podéis ver en las imágenes, el agua llegaba hasta la parte superior de las ruedas. Increíble haber salido de aquella.

Ginak, la isla de la marihuana

El último tramo que quedaba era cruzar el río: el capitán había venido a buscarnos en cayuco, el mismo con el que los isleños cruzan de un lado al otro cada día para ir a cultivar las tierras o para llevar comida. La isla de Ginak, más pequeña de lo que hubiéramos imaginado, cuenta con unas cuantas casas, una escuela, una mezquita y un bar donde es recomendable pedir la comida antes que nada. Allí todo va a su ritmo y, aunque des 15 vueltas a la isla, todavía tendrás que esperar.

Isla de Ginak, Gambia

Isla de Ginak, Gambia

Aquel día éramos los únicos extranjeros, quizá por ello fuimos el centro de atención en aquella boda donde, mientras peinaban a la novia, un grupo de mujeres cantaban y bailaban a su alrededor de forma animada. Hubo un intento de sacarnos a bailar, pero un montón de niños lo impidieron subiéndose a nuestro regazo y posando frente a nuestras cámaras. No entendemos muy bien la obsesión de colgarse o agarrarse a los dedos de los turistas, ya que en realidad ni siquiera piden nada a cambio. Me parece increíble que sea como una bienvenida, para que nos sintamos como en casa. Entre ellos se empujan por cogerse de tu mano y, al final, hasta se conforman con uno de los dedos.

Isla de Ginak, Gambia

Isla de Ginak, Gambia

Después de eso, una enorme plantación de marihuana nos recibe tras pasar la valla. Los chicos del coche sonríen y ahí, casualmente, sí que sacan la cartera. Puede ser que fuera éste su motivo principal del viaje, y no tanto los charcos. Sobre ésta poco puedo decir. En mi caso, con la tensión por los suelos no pude probarla, aunque me han comentado que es muy diferente a la que se puede consumir en España. Mucho más suave.

Plantación de marihuana en la Isla de Ginak, Gambia

Isla de Ginak, Gambia

Isla de Ginak, Gambia

Hasta ese momento, todo eran risas, y no sólo por el efecto de la marihuana. A los locales se les veía tan contentos que incluso el capitán debió de pensar que todos los días son fiesta y le propuso a mi compañero que si se podía quedar un rato conmigo a solas en las cabañas (así, en frío). Él quería una española, algo que repitió en contadas ocasiones y que me recordó a varios foros de mujeres “despechadas por senegaleses” (sí, existen, y muchos) en los que caí mientras buscaba información del país por Internet. Hay que ver la de cosas que uno encuentra, pero ese es otro tema que ya os contaré con los “bumsters”.

Isla de Ginak, Gambia

La sonrisa parecía ir perdiendo fuerza según íbamos contando el dinero. Sin haber previsto que tendríamos que alimentar a cinco personas más, éste llegó a su fin. A penas 30 dalasis y toda una vuelta por delante: cayuco, jeep, ferry y taxi. Menos mal que el chico que insistió en acompañarnos movió toda una red de favores que nos permitió devolvérselo una vez hubiéramos regresado al hostel. Esta vez, pasando del ferry y viviendo la aventura del cayuco, donde pudimos hacernos una idea de lo que sufren los inmigrantes que intentan llegar así a Canarias o, actualmente, a Lampedusa. Estas embarcaciones, mucho más rápidas que el ferry, las llenan a tope, hasta tal punto que tu nalga está encima de la de al lado. Con el calor, no bromeo si te digo que hasta cuesta despegarlas. Para subir a ella te cogen en hombros, tanto a hombres como a mujeres, no sin antes sufrir un poco de acoso para que los escojas, pues para ellos significan 10 dalasis más. Este espectáculo, impresionante, para quien no se lo imagine, ya que me prohibieron grabarlo de cerca, fue emitido por Callejos Viajeros.

Cayuco Banjul Barra

Sin duda, Ginak fue uno de los lugares que personalmente más me gustaron del viaje. Una isla tranquila, auténtica y muy feliz que, aunque cuesta llegar a ella, merece muchísimo la pena.

Transporte desde Banjul a Ginak y precios

Taxi de Bakau a Banjul: 500 dalasis (10 euros ida)

Ferry de Banjul a Barra: 15 dalasis (30 céntimos ida)

Furgo de barra Ginak: 1.000 dalasis (20 euros ida y vuelta)

Periodista digital especializada en viajes

2 Comments

  1. Qué bonita experiencia. Yo tengo muchas ganas de ir a África, aunque por otro lado tengo miedo de encontrarme con extremada pobreza o situaciones insalubres a las que todavía nunca me he expuesto y no saber cómo enfrentarme a ello. Por este relato no parece que sea muy peligroso, ¿sabes si hay muchas enfermedades allí? ¿ En esas islas en concreto? Gracias. Un saludo

  2. Hola Marta,

    Gambia es posiblemente el lugar más seguro de África. Enfermedades hay, porque las condiciones sanitarias de allí son bastante precarias, pero si te pones las vacunas adecuadas (fiebre amarilla y profilaxis de la malaria) el riesgo de coger alguna de ellas es mínimo. Si lo que te preocupa es ver a enfermos en las calles, puedes estar tranquila. No es un país moribundo y, aunque enfermos hay, no ves a nadie tirado en el suelo.

    Son gente encantadora, muy buena y te dan todo lo que tienen, por lo que ayudarles es lo mejor que podemos hacer por ellos. En las islas en concreto lo que hay son muchos mosquitos pero, igual que en el resto de país, no es un país con mucho riesgo.

    Espero haber resuelto tus dudas. Si necesitas más información no dejes de preguntarme.

    Gracias!

    Un saludo,

    Laura

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