Bruselas en un fin de semana

Atomium, Bruselas

Atomium, Bruselas

Defina Bruselas con tres palabras: eurodiputado, eurocámara y eurozona ¡Wronggg! Incorrecto (y aburrido), tal y como me la había descrito mi padre antes de partir, ¿qué habrá visto él? Volvamos a empezar. Defina Bruselas con tres palabras: chocolate, cerveza y cómics, ¡Correcto! ¿Acaso ahora no suena como la ciudad perfecta? Bueno, lo sería realmente si no fuera por esos menos cuatro grados a finales de marzo o la monumental nevada de ese mismo sábado noche. Una estampa preciosa para las fotografías pero poco práctica para intentar pasear por la ciudad y no morir en el intento, o lo que es lo mismo, para no dejarse los pocos euros que tienes en el bar, además de la dignidad, si aún nos queda de eso. A su favor diremos que, por suerte, es una ciudad barata (al menos para los que venimos de Barcelona).

Grand Place, Bruselas

El destino fue bastante fortuito, pues fueron el buscador de vuelos y su precio quienes decidieron por nosotros. Poco sabíamos de la capital belga excepto lo citado anteriormente y el post de Dany Morales sobre Bruselas en Lega Traveler antes del viaje (muy recomendable). Gracias a ello, llegar al aeropuerto de Charleroi (abajo indicaciones. Y sí, sucumbimos a Ryanair una vez más) fue coser y cantar. En esa hora de viaje en autobús hasta el centro de la ciudad (hay otro aeropuerto más próximo, aunque los vuelos son algo más caros), ya nos íbamos imaginando cómo sería el apartamento que alquilamos (viajar con David es viajar como señores), el cucurucho de patatas que íbamos a cenar y la fiesta que después vendría, que no estuvo nada mal para la imagen de ciudad aburrida que teníamos en mente (todo lo contrario).

Bruselas

Para disfrutar al máximo de un fin de semana en Bruselas las palabras claves serían (resumiéndolo un poco): Gran Place, moules, patatas fritas, Delirium, Teatro Toone, ruta del cómic, Atomium, gofres, chocolate, Manneken Pis, Jeanneke Pis, Galerías Saint Hubert y, esto ya es cosecha propia, el Museo Hergé. Si te sobra tiempo también se le puede añadir un paseo por el parque de Bruselas y bajar hasta el centro por el Parlamento.

Parque de Bruselas

La Grand Place, tal y como Dany advierte en su post, no resulta tan grande como nos la imaginamos tras haberla visto en miles de fotos y vídeos de la televisión. No obstante, de todas las grandes plazas europeas que conozco es una de las más increíbles. Aunque a mayor escala, en muchos de sus puntos logró recordarme a la Grote Markt de Brujas, rodeada de edificios ornamentados. Precioso. No nos extraña en absoluto que haya sido considerada como la plaza más bonita del mundo por muchas publicaciones y que sea Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1998; bastante tardaron en darse cuenta. El sábado noche, durante la gran nevada, era aún más bella si cabía, pues aunque en las imágenes no se aprecia, toda la plaza se tiñó de blanco y resultaba simplemente perfecta.

De ella, como en todas las plazas, salen varias callejuelas donde puedes encontrar gran variedad de bombonerías y tiendecitas de grofes cuya pinta (y sabor) son exquisitos. Por aquí no son tan caras como las que podemos encontrarnos en las Galerías Saint Hubert, donde todo parece hecho de “mírame y no me toques”. Aun así, merece la pena pasear por ellas y echar un vistazo. Seguramente entrarás por la puerta principal, por lo que si llegas justo hasta el final, ya fuera y a la derecha os encontraréis con un buen restaurante para comer, Arcadi Café: comida belga y lleno de gente local, por lo que los precios son bastante asequibles.

Otro restaurante muy recomendable, pues es todo de comida típica de Bélgica, exquisito y que no resulta muy caro es el Fin de Siècle. Sale recomendado en Foursquare, además de en varias guías de viajes, por lo que está bastante lleno. La noche que fuimos nosotros (sábado) tuvimos que esperar sobre tres cuartos de hora para que nos dieran mesa, aunque no se hizo muy larga. Aquí nos atendió una chica española que, ante nuestra incompetencia por entender la carta, nos recomendó que probásemos la carne estofada y las endibias rellenas de carne, todo ello acompañado de puré de patata, ¡espectacular! En serio.

Manneken Pis, Bruselas

De camino al Fin de siècle, ¡apuntadlo! Nos encontramos con la insignia de Bruselas que parece que, a altas horas de la noche, la gente se siente libre de imitarlo: el niño meón, más conocido como el Manneken Pis. Es pequeño, aunque no me lo imaginaba de otra manera, y está metido en un rincón que, si no fuera por la cantidad de gente que hay tomándose fotos enfrente de él, pasaría incluso desapercibido. Esta zona, además, es ruta del cómic, ya que por estas calles se pueden ver numerosas fachadas con motivos de Tintín, Lucky Luke, Asterix y Obelix, y otros personajes que, perdonen mi ignorancia, no he identificado. No sintáis reparo en callejear, es cuando los encontraréis. En nuestro caso, el frío polar y el peligro de acabar como Walt Disney nos impidió encontrarlos a todos. Habrá que repetir.

Ruta del cómic, Bruselas

Su niña, Jeanneke Pis (en dialecto niña que mea), está aún más escondida. De hecho, si no lo sabéis puede incluso que ni la veáis, pues está en un callejón lleno de bares donde acabaréis haciendo la ruta de las cervezas. Ésta se encuentra en la calle Impasse de la Fidélité, justo al final de todo. Apuntad bien la dirección porque, justo unos metros antes, se encuentra el gran Delirium (digo gran porque en total hay 5 Delirium y este es el más grande). Para los que aún no sepáis de qué os hablo, este bar es conocido por tener el Guiness World Record en cuanto a cervezas del mundo. Además de tener su propia marca, Delirium, que podréis encontrarla en numerosos bares de Bruselas, aquí será la única cervecería donde podréis probar la cerveza de cactus y ver una carta inmensa de todo tipo de birras. Lo cierto es que, dada la cantidad de gente que hay, si vais de noche ésta queda reducida a aquellas de más éxito. Sin embargo, al otro lado de la Grand Place (situándote frente a la torre la primera de la izquierda y girando otra vez a la izquierda), encontraréis el Little Delirium, algo más íntimo y donde podréis degustar más diversidad de cervezas sentado cómodamente. Merece la pena hacer allí la previa.

Delirium

Y, sin dejar a un lado a los famosos meones, callejeando por esta parte de la ciudad os encontraréis también con el perro meón (cómo les mola el tema a los belgas), el Zinneke-Pis (se encuentra entre Chartreux y Saint Christophe. Un poco más adelante del restaurante Fin de siècle).

Otra visita recomendada por mi amiga Marta a través del Facebook de Meridiano 180 es el Teatro Toone, que aunque antes era un teatro de marionetas (no se muy bien si lo sigue siendo, ya que justo al lado había un museo y estaba cerrado), actualmente es un cervecería con mucho encanto en el casco antiguo (justo por detrás de la Grand Place). Aquí, además, se pueden ver los típicos vasos de madera donde beben la cerveza.

El arte en Bruselas no sólo es visible en las calles, cervecerías o establecimientos, sino también en el propio metro. Aunque la ciudad se puede recorrer a pie, ya que es bastante pequeña, dependiendo de donde estéis alojados o si queréis ir hasta el Atomium, tendréis que coger el metro. Las estaciones del centro no son gran cosa, algo que llama bastante la atención si las comparamos con las más alejadas. Según nos acercamos al Atomium éstas van cobrando vida y colores. Alguna de ellas, incluso, da mucho miedo, como aquella que tiene figuras como de cera colgando de las paredes (qué mal rollo, por Dios).

Bruselas

El recorrido no es muy largo, es justo la parada Heysel, donde se encuentra el estadio Roi Baudouin. Una vez fuera, desde no muy lejos, ya se pueden divisar los enormes átomos de acero y aluminio, construidos durante la Exposición Universal de 1958 en Bruselas, la primera celebrada tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque, como en todas las exposiciones, esta escultura iba a ser temporal, durante la Guerra Fría se popularizó hasta el punto de convertirse en uno de los iconos de la capital belga (foto de portada). El viaje hasta allí es de una media hora en metro y, realmente, merece mucho la pena visitarlo, aunque allí el frío se intensifique. Desde hace unos años también es posible subir hasta el último átomo, aunque la entrada es bastante cara, unos 11 o 12 euros, no recuerdo.

Chocolatería, Bruselas

En esta zona, además, también se encuentra el Mini Europe, una horterada que seguramente hayáis visto en miles de fotos donde se recrean a pequeña escala los monumentos más emblemáticos del continente. Obviamente, ni nos acercamos a ver cuánto costaba. La gastronomía de Bruselas en sí la dejo para otro post, aunque ya sabéis que lo mejillones, las patatas fritas y los gofres son comida obligada, ¡para aburrir!

Cómo ir desde el aeropuerto de Charleroi hasta Bruselas

Aunque en el mapa parece mucho más lejano, el autobús que une el aeropuerto de Charleroi con Bruselas sólo tarda, aproximadamente, una hora. Encontrarlo es muy fácil, pues el aeropuerto es relativamente pequeño. Nada más salir por la puerta de llegadas hacia el exterior te encontrarás con que a mano derecha hay una marquesina, unas máquinas de tickets y un puesto de patatas fritas. En la misma máquina podéis comprar el billete de ida y vuelta (13 euros el trayecto) y, aunque la máquina os obligue escoger una hora, en realidad sirve para cualquiera de los autobuses, ya que nunca suelen ir llenos.

Nosotros cometimos el error de comprar solo la ida ¡mal! Por lo que a la vuelta, que se coge exactamente en la misma estación donde te deja el autobús, Gare du Midi, no podíamos comprarla con tarjeta. En el autobús se pueden comprar los billetes directamente, pero sólo en efectivo. O dejáis algo de suelto guardado para la vuelta, u os veréis obligados a tirar del cajero como fue nuestro caso. Desde Gare du midi, dentro de la estación, podéis acceder al metro.

Periodista digital especializada en viajes

2 Comments

  1. TEngo ganas de ir a Bruselas, me han hablado muy bien de ella. Eso sí, intentaremos que sea en primavera- verano. Con ese frío sino no se disfruta. Me guardo tus recomendaciones.

    Saludos

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