La Catedral de los deseos

Nunca he sido una gran creyente, por no decir nada en cuanto a religiones me refiero. Las iglesias para mi es turismo o funerales, en el peor de los casos, ya que bodas… pocas. Sin embargo, a pesar del escepticismo que me rodea, en Barcelona me he encontrado a mi misma dentro de una iglesia (o basílica, nunca he entendido la diferencia) que es excepcional, igual que el momento de estar en ella. La iglesia en la que cada deseo que pido, hasta ahora se han ido cumpliendo. Para muchos será casualidad, para otros una tontería  Quizá, pero tengo la necesidad de compartirlo, ya que quien pare por la ciudad condal no debería dejar de pasar de conocerla.

Imagen de Calafellvalo

Se trata de Santa Maria del Mar, o la Catedral del mar, como en la novela. En el altar, una virgen. Y, si tengo que ser sincera, la única virgen que no me da miedo, ya que las figuras religiosas, sea quien sea, hay que reconocer que algo tétrico tienen. Será la oscuridad de las iglesias, o esos ojos que se pierden hacia el techo, pero dan mal rollo. Sin embargo, Santa Maria es diferente. Será el barco expuesto a sus pies, o que es pequeñita. Será que me encanta el mar, o que su mirada no está del todo perdida. Sea lo que sea, esa iglesia merece estar en el top 5 de monumentos de Barcelona.

La primera vez que llegué hasta a ella, perdida entre las estrechas callejuelas del Born, admito que me decepcionaron sus exteriores. Imaginaba una gran Catedral, como la que te puedes encontrar en Santiago o Salamanca, quizá por cómo la había conocido hasta entonces. Sin embargo, ésta era una iglesia gótica que, por su tamaño, se asemejaba más a la Catedral de Oviedo, pequeña pero que no deja indiferente a nadie. Prejuicios. A lo lejos ya se pueden divisar sus dos torres, cuya estampa de noche es impresionante, ya que están iluminadas. Cuanto más te acercas, más complicado resulta tomar una foto, ya que la plaza que la antecede es tan pequeña que a penas hay espacio para abarcarla.

 

Imagen de David gdg

Su interior es un desfile de turistas cuyos flashes van iluminando el camino hasta la bóveda central. Justo donde la tienda de souvenirs. Porque sí, otra de las cosas que me llaman la atención es que hoy en día pocas iglesias carecen de este negocio. ¿Qué pasa? ¿el cestito ya no sale rentable? Ni frio ni calor, temperatura ambiente. Tampoco está sobrecargada, nada de retablos dorados rococós, ni excesivas cruces, ni horteradas varias. Allí todo es piedra blanca, limpia. De día, la luz entra por las vidrieras llenando el espacio de nieblina polvorienta, como en la mayoría de las iglesias. Lo cierto es que esa es una de las partes que más me gustan de Santa Maria, sus altos techos con vidrieras. Me imagino su construcción, tal y como describen en la novela y desde luego, parece prácticamente imposible creer que los bastaixos pudiesen cargan con esas piedras desde Monjuic.

 

Imagen de Allan Bell

Quien haya disfrutado de la novela de Idelfondo Falconés, entenderá porque Arnau le tenía tanto amor a este espacio. Y es que, aunque insisto en que no soy una apasionada de la arquitectura religiosa, este espacio es especial. No se si la vela tiene algo que ver con que se cumpla o no el deseo, de ser así cuesta un 1, 50 euros la pequeña (excesivo sí, aunque merece la pena). El negocio es el negocio, sino de qué van a vivir los curas. Ante todo, este artículo no es más que una opinión personal, por lo que espero que ningún creyente se sienta ofendido. Tampoco aporto más datos sobre la arquitectura de Santa María, ni sobre su historia, que he de admitir que es muy interesante. La Wikipedia lo explica muy bien. Tampoco voy a revelar mis tres deseos, esos me los guardo para mi, aunque ya estén cumplidos. Mi gran duda es qué pasa con el cuarto, ¿hay un límite? Seguiremos averiguándolo y seguiremos encendiendo más velas.

Periodista digital especializada en viajes

2 Comments

  1. Una auténtica obra maestra de la arquitectura gótica catalana.
    Yo diría que hay que verla antes que la Sagrada Familia y que la Catedral (si es que la puedes ver)…

  2. Pues en mi próxima visita a Barcelona me llevas y… a ver si consigues que encienda una vela de estas… más agnóstica que yo no hay nadie!! Pero ahora me das envidia con tanto deseo cumplido!!!

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