Por cosas como estas, Birmania mola mil

Ellos están obsesionados por ser lo más, y a mí me encantan

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Lo poco que había visto de Birmania antes de llegar a él fueron los dibujos que Guy Deliste publicó en Crónicas Birmanas, uno de sus primeras novelas gráficas. También fue cuando me empecé a interesar por este país.

  • ¿Birmania? No la encuentro en el mapa
  • Es que ahora se llama Unión de Myanmar
  • Ahhhhh

Por eso, cuando llegué a Yangón me quedé fascinada con su arquitectura.

  • Es horrible – comentó una holandesa – Espero que el resto del país sea más bonito
  • A mí me parece fascinante – respondí

Y de verdad me lo parecía. Me fascinaba que sus edificios fueran tal cuál Delisle los había dibujado. Tan grises, con rejas, como si fueran pajareras.

Que sus calles estuvieran enumeradas y lo que, en un principio parecía fácil, resultase tan complicado: “En la 19 es donde está la movida, que ayer de noche pasé por delante”. “Ah, pues no, no es la 19. Igual la confundí con la 17”. Vuelta atrás. Y así cada día. Había encontrado mi cafetería preferida, la había perdido y a los tres días la había vuelto a encontrar de casualidad. “Está en la 13, acuérdate”, me decía a mí misma. (Los números son inventados, ya no me acuerdo dónde estaban y borré los maps.me que me ayudaban a darle sentido a mi vida).

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Pero, al margen de que yo podría vivir el resto de mi vida en Yangón si no fuera por la comida – Alto, spoiler: en Birmania se come fatal (se pasa hambre) – y que volvería a visitar el país en bucle cada año, eso no significa que no sea uno de los más extraños en el que he estado nunca.

Pasa, ponte cómodo.

Mawlamyine, ese lugar

  • “Vete al sur, es donde está el Buda reclinado más grande del mundo”, dijo mi hermana, “En exteriores”, apuntilló.

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Mirad, no quisiera ser yo exagerada pero es que es posible que en este viaje visitase más de cien Budas reclinados. Es el que mejor me representa, vale, pero, ¡igual no quería ver más!.

  • Que no, que este es el más grande del mundo, en exteriores – Insistió

Así que, casi 7 horas de autobús después, llegaba a Mawlamyine, un extraño lugar donde los escultores tienen mucho trabajo. Para más prueba de ello: Win Sein Taw Ya, el parque de las esculturas gigantes. La más importante de todas, evidentemente, es el Buda más grande del mundo.

No obstante, los birmanos deben de vivir con el miedo de que algún otro país les quite el récord, así que, justo enfrente, están construyendo otro aún mayor: el Buda más más grande del mundo, reclinado, ¡ah! y en exteriores, claro.

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Ajá, todo muy normal.

Desde la nariz del primer Buda puedes hacerte una idea de lo chungo que es todo. ¡Ojo! Que a mí me ha gustado pero, es chungo, sí. Una cosa no quita la otra.

Y es que, cuando estás contemplando desde la misma cara del Buda Gullliver todo el parque verás que, por encima de la vegetación, también sobresalen algunas esculturas. Por ejemplo, este monje que se encuentra en el medio de un lago que, por falta de presupuesto (supongo), nunca llegó a terminarse. De hecho, cuenta con interiores donde alguien, a falta de vivienda, ha hecho de ella su casa. Me parece un ideón: “¿Cómo sabré donde vives?”, “¿Ves aquella cabeza? Pues ahí. Vivo en el culo de un monje”.

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Y no son las únicas esculturas. Aquí vemos al budista comunista.

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Hpa-An, el paraíso natural birmano

Sí, todos los nombres son muy difíciles de pronunciar. En este caso,se dice “pan”.
Personalmente, el lugar más bonito de Birmania. Sí, me gustó más incluso que el lago Inle “¡Oh, lo que ha dicho!”. ¿Por qué? Pues por paisajes como estos.

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Sin embargo, aunque el lugar es espectacular, lleno de naturaleza, luz y color; como parte del sur de Birmania no le podían faltar algunas esculturas y lugares de “Pero qué coño es esto”. MARAVILLOSO.

Hileras de monjes everywhere

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La sirenita birmana, que está a los pies de una piscina donde las mujeres se bañan con ropa. ¡Qué cosas!

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La entrada a esta cueva (el neón también lo peta mucho).

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O este parque repleto de pequeños budas con diferentes expresiones. Aunque fuera no había ninguna placa, creemos que era un cementerio. Tendría sentido… O no, vete tú a saber.

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Este templo en la copa de un árbol, Kyaut Ka Latt, (Hubiera molado mucho que fuera un pino).

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Y un hotel que podría ser un antiguo hospital. No, en serio, la habitación tenía un vestíbulo con ventanas y las paredes estaban recubiertas de azulejo. ¿Había sido aquello un quirófano?

Birmania, nunca dejaste de sorprenderme.

La Golden Rock, esa roca

Os voy a hacer una gran revelación. Si hubo algo de Birmania que no me gustó (lo único) fue la Golden Rock. De hecho, es una decepción compartida por bastantes viajeros, de ahí a que algunos ya ni siquiera se acerquen hasta ella. El camino para llegar es largo, en las inmediaciones es lo único que hay, su acceso no es especialmente barato y, bueno, si eres mujer no podrás acercarte a ella, y mucho menos tocarla. ¡Devolvedme el dinero, malditos!

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Aún así, aunque estuviera ciega de la ira “Hay que ver, qué poca vergüenza. Sólo porque soy mujer. ¡Putos machistas!” (incluso habiendo sido advertida con anterioridad no me pude controlar), creo que merece estar en esta lista top de cosas un poco raras que a alguien le tuvo que gustar en su momento para estar ahí. Y fíjate lo mucho que cuajó que lo han convertido en una de los monumentos insignes del país.

Naipyidó tiene un parque con Birmania en miniatura

La capital de Birmania no necesitaba ninguna escultura para ser creepy. Ya lo es sin más. Sin embargo, ella siempre ha querido ser lo más y no tiene límites. Además de las diferentes esculturas de sus glorietas, la mayor parte de sus joyas se ubican dentro del Little Myanmar, un parque de atracciones vacío y destartalado – pero en el que te cobran 10 dólares para entrar – donde hay una réplica en miniatura de los edificios más emblemáticos del país.

Está el pequeño Yangón Hall; Otra Golden Rock, por si la original no te había en-can-ta-do; y muchas cosas más.

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Una réplica de un Buda reclinado, por si no hubiera bastantes originales.

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Y esta gente que parece que quiere ahorcarse en una de las atracciones de agua del parque. «¿No funciona?», «Justo hoy no hay electricidad». Justo hoy, claro (igual sólo funcionó el día que se inauguró).

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Y ni siquiera esto es lo más extraño de Naipyidó, para que te hagas una idea de lo que es, os dejo el artículo que hice para Viaje con escalas: Naipyidó, la capital fantasma de Myanmar

Mingun iba a tener la pagoda más grande

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Y en eso se quedó también, en una idea. Hoy, esta se puede ver si estás por Mandalay, bastará con coger el barco que te lleva hasta Mingun en una excursión un tanto turística.

La sala del terror de Mandalay

No puedo precisar qué es esto exactamente. Volvíamos de Ava (Inwa) en tuk tuk cuando el conductor nos dijo: “Antes de dejaros en casa quiero llevaros a ver un Buda muy grande”.

«Ya estamos», pensé. «Ooootro Buda. OOOtro el más grande del mundo». Que, por supuesto, también estaba reclinado ¡y en exteriores!

La sorpresa nos la llevamos con un templo que estaba justo enfrente. No había nadie a su entrada, ni en su interior. No obstante, estaba abierto, así que entré. Aquello fue uno de los lugares más terroríficos que he visto nunca. Era una sala enorme llena de columnas que daba vuelta a una especie de altar. Por todos los rincones había esculturas de monjes y de Budas, algunos de ellos tan reales que posiblemente fueran de cera.

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El susto me lo llevé cuando pensando que estaba sola, rodeada de muchas caras que me miraban, me encontré con mi hermana que venía por el otro lado de la sala con la misma expresión de pánico. “¿Qué cojones es esto? Tengo miedo”, “Salgamos de aquí”.

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Afuera nos esperaba una última escultura más. El Buda viajero. Este un poco molaba. ¿No?

Periodista digital especializada en viajes

2 Comments

  1. Qué risa estos Birmanos, o de Myanmar, la verdad que parecen competir con ellos mismos, obsesionados con las esculturas y sus récords.

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