La mezquita Azul, Estambul

La mezquita Azul, Estambul

La mezquita Azul, Estambul

Si hay una mezquita identificable en toda Europa, esa es la Mezquita Azul; uno de los principales iconos de Estambul que más llaman la atención junto con la Basílica de Santa Sofía, actualmente reconvertida en museo. La Azul se encuentra justo enfrente, una vez pasado la plaza de Sultanahmet, el mismo nombre para designar a la mezquita en turco (Sultanahmed Camii), ya que ambas construcciones fueron ordenadas por el sultán Ahmed al final del Imperio Otomano (entre 1609-1616). Para el resto del mundo es la Mezquita Azul, un nombre que se lo debe a los más de 20.000 azulejos azules que recubren su interior; además de a su bóvedas exteriores, también de este color.

La mezquita Azul, Estambul

Lo que más nos llama la atención de sus exteriores son sus minaretes. Si los cuentas éstos hacen seis, el mismo número que tenía la Mezquita Sagrada de La Meca en aquella época. Esto causó un gran recelo por parte de los árabes, por lo que La Meca decidió que, para diferenciarse de la turca, debían de levantar un séptimo minarete.

La mezquita Azul, Estambul

Lo más espectacular de la mezquita son sus interiores. La entrada es gratuita y para poder acceder es imprescindible descalzarse, además de llevar un atuendo adecuado. Las mujeres, por ejemplo, no podemos entrar con los hombros ni la cabeza al descubierto (tampoco es conveniente llevar minifalda ni pantalones cortos). Al igual que en el resto de mezquitas, en su entrada encontraremos unas estanterías llenas de pañuelos para poder cubrirnos.

La mezquita Azul, Estambul

(Como principal atracción de la ciudad, ésta suele estar bastante abarrotada, tal y como veis en la imagen) click here

Una vez dentro, lo más llamativo es la gran variedad de azules que cubren su pared que, combinados con el ocre y el color tierra, forman diferentes mosaicos. Como se puede ver en el resto de mezquitas y palacios, los azulejos son para los turcos una pieza clave en sus construcciones. La gran mayoría de ellos, como los de la Mezquita Azul o el palacio de Topkapi provienen de la ciudad de Iznik, famosa por su cerámica.

La mezquita Azul, Estambul

Otra de sus peculiaridades es lo bajas que están sus grandiosas lámparas. Esto se debe a que como antiguamente no había electricidad y estas estructuras lo que sujetaban era velas, debían de estar a una altura accesible para poder encenderlas o reemplazarlas.

La mezquita Azul, Estambul

La religión islámica es una de las más machistas, por lo que da lástima observar como los hombres pueden sentarse a rezar en la parte delantera y central de las mezquitas y las mujeres, sin embargo, deben de hacerlo en zonas asignadas para ellas, normalmente en las partes traseras y detrás de unas barreras de madera. Ambos sexos no pueden entremezclarse ni para rezar.

La mezquita Azul, Estambul

Los cánticos de la hora del rezo son la banda sonora de la ciudad, ya que las mezquitas cuentan con altavoces externos desde donde se reproducen las oraciones. Una curiosidad es que éstas están en árabe, una lengua que la mayoría de los turcos no hablan. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que ni ellos mismos saben lo que están rezando. No obstante, nos explicaron que hay una oración en turco, el Discurso de los viernes, en la que se pide por el respeto del pueblo, los valores, la familia, el amor, etc.

La mezquita Azul, Estambul

Como para entrar hay que descalzarse, es bastante común ver que, en sus exteriores, hay fuentes de piedra donde los fieles se lavan los pies. Normalmente este ritual los turcos lo hacen para entrar en la mezquita, para purificarse antes del rezo; y no a la salida, como todos entenderíamos para quitarnos la porquería de los pies.

Como no podía ser de otra manera, la Mezquita Azul es una de las visitas más imprescindibles en Estambul, además de ser el templo de culto islámico más impresionante de la ciudad. Su belleza es asombrosa, sobre todo de noche, ya que queda totalmente iluminada.

Periodista digital especializada en viajes

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